La historia no es de mi pertenencia, pero la autora la borro, así que la resubi para aquellos que les gustó y ya no la pueden leer
La historia original le pertenece a: Somcita
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KAZUTORA
─Aww Kazutora, deja de ser así─ sonrió, sus manos descansando en los estantes ásperos, apoyando su cuerpo contra los pasillos de comida para mascotas.
─[...], estoy tratando de trabajar─ suspiró Kazutora, su turno de trabajo recién había comenzado y ya estabas jugando con él.
─¡A Chifuyu no le importará si tienes un descanso! Solo quiero un poco de atención─ te quejaste, tu labio inferior haciendo un puchero mientras veías al hombre amontonar bolsas de golosinas.
Kazutora te ignoró, continuando con sus deberes. Fue una bendición que Chifuyu le hubiera dado un trabajo cuando salió de la cárcel, no tenía ninguna duda de que estaría en las calles si no fuera por la generosidad de Chifuyu.
No quería ridiculizar los amables gestos de su jefe de ninguna manera, pero con todas estas peleas infantiles era muy difícil para él. No sabía si podía aguantar más con tu persistente mendicidad, fue entonces cuando se dió cuenta de que te consentía demasiado, te adoraba demasiado.
─Kazu~ por favor─ tus ojos brillaron, tus labios se fruncieron. Haciendo todo lo posible por formar una linda cara de cachorro.
─Bien, solo déjame terminar con este carrito, ¿De acuerdo?─ Kazutora resopló, poniendo los ojos en blanco una vez que vió tu rostro fruncido y mareado.
─No puedes resistirte a mi ahora, ¿Verdad, Kazu?─ sonreíste triunfante, siempre funciona. Lanzas un ataque, se rendirá casi de inmediato.
─Oh, lo que sea─ se rió Kazutora. Usando su mano libre para despedirte, haciendo un gesto hacia la sala de descanso para que lo esperes.
Habían pasado al menos treinta minutos, y eras demasiado impaciente para esperar más por el chico. Tu rostro una vez alegre se redondea en una expresión arrugada. Golpeando rápidamente sus zapatos contra el piso de baldosas, hasta que escuchó el 'clic' de la puerta del personal.
─¿Cuánto tiempo tardas en colocar las bolsas en un estante?─ cruzaste los brazos, apoyándote en la silla de la oficina.
─Lo siento, entró un cliente─ se disculpó, con una ingeniosa sonrisa en los labios.
─¿Encerio? ¿Adoptó alguno?─ arqueaste una ceja, no lo mostrabaz a menudo, pero estabas bastante enamorada de los animales en la pequeña tienda. Amabas a todos y cada uno de ellos.
