IX. "Rechazos peligrosos"

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20,000 euros

Si hubiera estado bebiendo agua, es muy probable que la hubiera escupido en toda la cara del señor Mazzarella. Eso, en efecto, sería mucho más vergonzoso que la vista de mi arrodillada en su suelo caro. En su lugar, solo me atraganté con mi propia saliva un poquito.

«¿Había escuchado bien?» «¿20,000 euros?».

Simplemente, no podía asimilar cómo es que alguien quisiera pagar tanto dinero solo por realizar unas cuantas ilustraciones. Y con esto no quería decir que mi trabajo no valiera aquella cantidad de dinero, era solo que me había sorprendido, mucho. Fácilmente, podría pagar un año de renta y aun así me sobraría bastante.

Para ser sincera, esa cantidad era muy tentadora y aun así no estaba dispuesta a dejar proyectos y contratos que ya tenía firmados y que, además, me proporcionaban un sueldo fijo. Los 20,000 únicamente sería durante un mes. Era bastante obvio que no me favorecía.

Mientras divagaba en mi mente sobre los pros y contras, trate de reunir la mayor cantidad de seguridad posible para poder rechazar la oferta del señor Mazzarella. Pero al levantar la vista hacia el atractivo espécimen que tenía frente a mí y que podía jurar, su mirada no había abandonado mi persona, hizo que mis piernas se apretaran un poco y mi corazón retumbara en mi pecho de una forma frenética.

«Catalina, ¿qué mierda te sucede?, solo es un hombre». Me reprendí. «Uno muy guapo, a decir verdad», pensé, al mismo tiempo.

Dante Mazzarella era totalmente un espectáculo que observar. Alto, de hombros anchos, cabello castaño claro que se enroscaba justo detrás de sus orejas, que en estos momentos lo tenía de una forma desordenadamente perfecta­-si es que eso acaso podía ser posible- me dieron ganas de pasar mis dedos por esos rizos y tal vez desordenarlo más de lo que ya se encontraba desordenado.

«¿Qué tan suave sería?», me pregunte.

Su rostro tampoco se quedaba atrás, era de esos que probablemente te harían tener sueños no muy aptos para menores de edad. Hermoso y masculino. De mandíbula recta, que ligeramente era cubierta por un rastro de barba y sus ojos azules profundos que miraban de un modo muy intenso. Cómo si intentará desentrañar tus más oscuros deseos con un solo vistazo.

Definitivamente me ponía nerviosa y hacía que cosas en mi interior se removieran haciéndome sentir acalorada. El efecto moja bragas que tenía ese hombre al parecer no tenía fecha de caducidad, no importaba si ya lo había visto anteriormente una vez. La atracción que sentí esa ocasión seguía flotando a mi alrededor.

Sin embargo, sabía que tenía que obligarme a calmar un poco mis hormonas, no estaba ahí para babear a sus pies. Tenía que encontrar la mejor manera de rechazar su oferta y mi mente de adolescente cachonda no me estaba haciendo fácil el proceso.

Ilustrando tus Deseos I (EN PROCESO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora