chapter ten.

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CAPÍTULO DIEZ
problemas y deseos del alba.

CAPÍTULO DIEZproblemas y deseos del alba

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ACTO DOS; la edad del dragón.


A VAEGON el corazón le latía con fuerza mientras veía a los esclavos liberados de Yunkai atravesar las puertas de la ciudad en silencioso tropel. No estaba seguro de si era por la emoción de su victoria o por la gratitud que sentía al poder liberar a la gente de unas vidas tan duras, pero sentía un inmenso orgullo al ver que sus esfuerzos por liberar a los esclavos daban fruto tras tomar la ciudad. Esperaba que tales esfuerzos les ayudaran a conseguir apoyo cuando regresaran a Poniente, donde la esclavitud había estado prohibida durante siglos. Liberar a los esclavos era un acto noble en sí mismo. Verlos dejar atrás las cadenas que una vez llevaron era una experiencia eufórica.

De pie en lo alto de un afloramiento rocoso que dominaba la zona general que se extendía desde la puerta de Yunkai, esperaron en silencio con el pequeño consejo de Vaegon a que los esclavos liberados se aventuraran a salir de su tribulación a la discreción que consideraran necesaria. La gente se mostraba tentativa, lenta a la hora de salir, ya que su caminata hacia el mundo libre les producía somnolencia. Rhaellor, Haelyx y Drokar se encaramaron al borde de la roca frente a ellos, permaneciendo obedientemente callados y observadores, ladeando la cabeza de vez en cuando mientras observaban.

Los antiguos esclavos miraban a su alrededor con expresiones mansas, como si temieran el mundo exterior que nunca habían podido experimentar de verdad. A Vaegon le dio un vuelco el corazón y deseó poder hacer algo más que liberarlos. Su deseo de corregir cualquier error que pudiera cometer se hinchaba en su pecho cuanto más tiempo presenciaba sus esfuerzos. Liberar a los esclavizados en su viaje había sido el deseo de Daenerys desde el principio, pero Vaegon había llegado a encontrar alegría en ello también. Justificar a los inocentes era una decisión inteligente por su parte para cuando reclamara el trono de hierro, por no hablar de la sensación liberadora de haber hecho algo bueno.

A su lado, su hermana lo observaba con una leve sonrisa, sus ojos violetas llenos de emoción miraban hacia delante. El viento movía suavemente los mechones sueltos de su cabello plateado que no estaban sujetos en las trenzas que llevaba en la cabeza. Su felicidad hacía que Vaegon se sintiera aún más complacido, sin importar si había tensión entre ellos o no. En cualquier caso, él la amaba y siempre la amaría, y verla feliz le llenaba de júbilo.

A pesar de la emoción, a Vaegon le preocupaba que los esclavos de Yunkai tomaran represalias por haber sido liberados, ya que, según le habían dicho, los trataban mucho mejor que a los esclavizados en Astapor. Para él, la esclavitud era esclavitud, pero sabía que esa gente no pensaba como él. No quería enfrentarse a la posibilidad de haber estado luchando por un pueblo que deseaba permanecer encadenado. Una parte de él quería permitirles hacer lo que quisieran con ellos mismos, pero sabía que sin orden en Yunkai la ciudad probablemente se desmoronaría y volvería a caer en manos de los esclavistas.

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