La primera vez que te vi pensé que eras un tigre, no digo que una fiera sino algo diferente. Alguien inteligente que solo analiza despacio antes de dar el paso, alguien serio y al margen. Cuando te conocí mejor me di cuenta que eras un lobo, alguien solitario, que prefiere su tranquilidad pero ataca cuando necesita hacerlo, alguien que es tan astuto que sabe con qué persona ponerse dócil y con cual no hacerlo.
Me di cuenta que eras como la lluvia, frío pero a la vez un tanto nostálgico, buscando la luz cuando está se acompaña de un calor lindo como una taza de café.
Mirarte era como ver arte, cada gesto, cada tonalidad de tu voz según tu reacción, tu sonrisa, tu risa. Todo era una sorpresa en cada segundo.
Eras como un frío abrasador, calienta pero a la vez sigue siendo frío.
La confianza fue la mejor parte, eras como aquello que siempre me entendía hasta en mis bromas más absurdas y eso me tenía loca. Sin embargo remontemos a aquella vez, donde tus manos eran arte y plasmaban lo mejor que sabías hacer.
Llueve y deja que lo desierto se quite,
Deja que el alma repose como si no hubiera nada escrito,
Bésame, Que tus espacios se vuelvan míos cuando más los necesito.
Quítame la sed en momentos de peligro,
Toma mi mano y acaricia como si fuera cristal,
Pero cuidado que esta puede cortar.
No todo estaba perdido si te das cuenta, vivías en mares que tocaban fondo y de estos no se hallaba una respuesta lógica, torbellinos que cambiaban de aires cada que se les antojaba. Toda una experiencia que merecía diez soles tocarse, pero sin embargo mi mano nunca llegaba tocarte, nunca llegaba a acariciarte por más que está te deseaba.
Como dije había veces en las que eras un tigre, otras solo eras un lobo. Quizá este conejo se enamoró en el transcurso, había veces que me sentía un venado también, uno que apenas sabía caminar por si mismo y que se trataba de proteger de no caer en las garras de los animales salvajes. Sin embargo caí en algún momento y sin previo aviso.
Antes que todo, respira, deja que el calor te recorra.
Ama como si el mañana no tuviera sol,
Cómo si la luna fuese a desaparecer,
Cómo si el agua se terminara a medio beber.
Relájate, el universo tiene más estrellas que las que ves.
De vuelta, solo eras un suelo que al principio creía raso, pero cuando el agua corre por tus fosas, deja escrito un sinfín de estrellas en tus ojos. Un amar en tus lunares y una sonrisa en que la luna brillaría más que ninguna.
Me sentía afortunada de amarte, de quererte con cicatrices, de quererte con errores con tu falta de quererte a ti mismo, pero seamos honestos, el depredador siempre muerde a la presa y eso fue lo qué pasó, me mordiste cuando yo estaba a tus pies.
Los peces y sus colores, las flores y sus fragancias,
Tu tan agua y yo tan viento pero sin llegar a ver el desperfecto.
Tu tan sonriente yo tan calmada, que un huracán desataban.
Cómo el rio sin corriente a cual más de los dos se llevó, sin frío ni sol que depare una mañana del dos.
Aprendí que tu piel era todo un lienzo, que a veces se miraba perfecto en blanco y otras se iluminaba con la presencia del color, tus lunares se volvían constelaciones y mi boca siempre paraba a decirte cuanto te amaba, cuanto te extrañaba y cuanto te necesitaba.
Quizá no era la única que se sentía como ciervo o conejo, porque estoy segura que tú historia es muy diferente, solo conozco mi lado y mis razones más no la tuya y por ende no juzgo.
Subía y bajaba con la respiración agitada, temblaba y el aire me faltaba, la piel se volvía porcelana y de pronto la calidez faltaba, eras tú que habías soltado la mano cuando la cicatriz por fin se borraba.
Quemaba, dolía como ceniza y resurgía a medio apagar. Cortaba y no sanaba sin importarque flor naciera allí, la tierra dejó de ser fértil y mató cada planta que nació allí.
Así es como determine que era el zorro de la historia, que ambos éramos depredadores y que no había ningún conejo ni ciervo, ambos éramos iguales y ambos teníamos la culpa de todo.
Te deseaba la felicidad aunque esta era arrebatarme las alas a mitad de vuelo, aunque esto era sacrificar cada momento bueno. Aunque era doler antes que querer y sobre todo cuando piensas que amar es vencer te das cuenta que eres más fuerte y te levantas.
Porque el rio se cruza en algún lado con el mar, donde ambos juntan sus corrientes cuando los tiempos terminan, se aman y se curan si no hay medida.
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When the fox jumps between the sunflowers
RomanceEste texto surgió de la nada un día, al principio estaba hecho para ser un pequeño relato de una hoja, pero con el tiempo vinieron siguiendo más textos que se complementaban con el mismo sentir. Obsesionada con uno de los animales más majestuosos co...