VIII

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Resulta increíble como las páginas son fáciles de leer, como el viento puede soplar fuerte haciendo bailar las hojas marchitas en el suelo, como su canto roza las colinas y embellece a las plantas con su vibrar. El zorro camina entre las hojas con el sol irradiando en su rostro.

Toma el pulso de algo tan precioso, camina de su mano donde el sol sale. Ama su manera de recitar así como amo cada centímetro de tu pensamiento.

Y digo que son rojas, 

Cuando son amarillas, 

Pero sobre tus labios rosas,

Cállame y bésame,

Quiéreme y anhelamos,

Estrellas en tus labios,

Cortos a medio tiempo y a medio paso.

Cuesta ver con claridad un reflejo que distorsiona, que se pierde en el sol cuando las hojas caen, cuando el viento remueve las ondas del agua. Y el zorro no ve el reflejo, se mezcla como manchas de color, como pintura derramada, como algo abstracto que no se asemeja a la realidad.

Páginas se queman, arden, el texto se borra, pero permanece en la memoria. Como una huella en el corazón, como un camino amarillo entre otros que son grises. Y me gusta mirar tus facetas, tus chistes, tus bromas, tu forma de ver el mundo y esa bella sonrisa que lo acompaña. Me gustan tus gestos de nerviosismo, tus equivocaciones, tus correcciones de palabras. El tono ronco por las mañanas, las palabras a medias. 

Y cómo peces,

Ballenas surcando los mares,

Tiburones que buscan no parar,

Y la respiración se agita, 

Se siente como electricidad en la punta de los dedos,

Cómo querer tocarte pero no hacerlo.

El lobo acostado entre las hojas secas es algo digno de apreciar, algo lindo de mantener en la memoria y cerrar los ojos para contemplarlo con el paso de los recuerdos. El zorro mira cada movimiento, cada elegante acción que acompaña un rayo de sol, puesto su amado se había convertido en los colores mismos, en todo un arte.

 Tu fragancia la miro en todos lados, tu sentir me acelera de una manera incongruente, me emociona hasta el más pequeño detalle. Me haces sentir como primavera, con tantos colores que resulta conmovedor no querer compartirlos. Y dicen que los frutos brillan hasta que terminan cayendo en un colapso de nada, pero la verdadera sorpresa no se encuentra en el color, sino por dentro, en el sabor.

Derrumba, 

Toca fondo,

Electriza,

Esconde,

Pero nunca arrebata, 

Nunca quita,

Y siempre anuncia.

El zorro contempla por horas al lobo, queriendo fotografiar en su mente cada paso, cada acción, cada aullar. Como si quisiera bañarse en su luz, sentirse en su lugar, en su ser. Llevar la esencia con él, cerrar los ojos y mirarlo aún entre los párpados marcado como si fuera una pintura.

Y hay tormentas en las que se desea un beso, la calidez de un abrazo, la calma de estar en los brazos de alguien, de susurrar en su oído cuanto le importan las estrellas de la otra persona. La simpleza de querer tocar con los dedos la palma de la mano ajena y unir suavemente las texturas. 

Y llueve,

Canta el rio,

Se siente atormentado,

Pero con luz entre amor,

Con palabras que simbolizan,

Que se quieren a la antigua,

Que se regalan cartas de amor,

Al son de dos almas al atardecer.

Y cuando ve sus ojos siente que mira fuegos artificiales, siente como explotan sin ninguna razón y llenan de color el cielo.

Y cuando quiero sujetar tu mano sigo sin hallar la forma correcta de hacerlo, siento que mi mano no es lo suficientemente cálida para ti y eso resulta incómodo, me resulta menos y no se siente del todo bien. 

Y mírame,

Somos trozos de estrellas,

En busca de algo que nos haga brillar,

O que nos extinga en el proceso.

When the fox jumps between the sunflowersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora