5.5

433 91 2
                                    

"Fractura II „

Su antebrazo había sido fracturado perfectamente a la mitad, como una galleta. Sin embargo, no había sido tan grave como sonaba. Los huesos no habían causado una herida externa y no se habían astillado o partido más que en dos partes para necesitar tablillas o clavos internos para ponerlos en su lugar.

Aunque tuvo que pasar por una pequeña cirugía sólo para confirmar que realmente todo había quedado en su lugar aunque había sido partido. Ahora estaba con un yeso para mantener las partes unidad mientras se recuperaban los huesos, y era la cosa más incómoda con la que había tenido que lidiar. Tener inmovilizado el brazo era desesperante, pero cuando hacía algún movimiento mecánico el dolor era insoportable. Por suerte tenía medicamentos para soportar el dolor de los primeros días luego de la cirugía, pero no eran nada comparados con la anestesia que le habían colocado cuando llegó a emergencias.

Sin embargo, se tenía que aguantar. El dolor se iría calmando y se acostumbraría al yeso, el cual debía llevar por al menos unas diez semanas, lo cual sonaba eterno.

Carlisle había estado con él todo el tiempo en el hospital explicándole paso a paso todo lo que tendrían que hacerle y el proceso de recuperación. Esme se había asustado demasiado cuando se enteró de lo que había pasado, atrapándolo en un abrazo preocupado cuando estuvo en casa.

La atención de los Cullen se había sentido reconfortante luego de un día tan malo.

—Todo está mal de nuevo. —Gulf dice a nadie en específico mientras mira el techo de su habitación acostado en la cama.

Luego de contarles como había terminado con el antebrazo fracturado, Esme y Carlisle le pidieron que no volviera a acercarse a Mew o a la reservación, estaban preocupados de que algo más grave que una fractura fuera a suceder. Ambos también se habían sentidos culpables, así que luego de una siesta por la anestesia aún en su cuerpo, ambos vampiros le contaron al día siguiente la posible razón de por qué Mew lo había "atacado".

Lobos, o más específico, hombres lobo. Los quileutes eran descendientes directos de los primeros hombres lobo de la historia de Forks. Y como novela adolescente, estás criaturas tenían un ferviente odio hacia los vampiros, una rivalidad forjada por demasiado años.

La verdad Carlisle y Esme no tenían ningún problema con ellos, pero eran criaturas tercas aferradas a sus raíces y tradiciones, donde al parecer odiarles era la más importante. Podían estar ambos en el mismo lugar sólo porque mantenían un tratado que los limitaba a una parte del territorio y les prohibía cazar humanos. Con lo cual no tenían problemas porque eran "vegetarianos".

Al parecer Mew había descubierto recientemente que era un hombre lobo y, además, pensado erróneamente que él era un vampiro como los Cullen.

Y luego de la explicación que le habían dado, entendía a la perfección todo lo que Mew le había dicho cuando le enfrentó en la reservación, así como la razón de por qué se había apartado. Sin embargo, aún como todo eso, no podía dejar de pensar que era una enorme tontería.

No entendía el por qué odiar a alguien sin razón, los Cullen eran personas amable que, aunque vampiros, no eran nada como todos creían que debían ser. Tampoco entendía cómo había terminado en medio de una novela adolescente de hombres lobo y vampiros. Era una locura y una tontería al mismo tiempo, había pasado de ser un chico más de California, para protagonizar una historia donde estaba rodeado de criaturas sobrenaturales. No tenía nada en contra de ellos, pero ciertamente se quería ir a casa y mantenerse alejado de todo ese asunto.

No quería tener nada que ver con vampiros o lobos. Con los Cullen no tenía otra opción porque eran los responsables de cuidarlo hasta que fuera mayor de edad, pero al menos podía decidir sobre Mew y los hombres lobo, y no los quería en su vida.

"¡Cuidado! Lobos sueltos" |Mew Suppasit| FINALIZADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora