Era caprichosa y obstinada, lo sabía y no me molestaba en negarlo, por lo que si había algo que podía despertar todos y cada uno de mis sentidos fueron las palabras que me dedicó el último día de clases el año anterior:
—No vamos a estar juntos sin importar cuando lo quieras.
Me había vuelto loca todas las vacaciones dándole vueltas a sus palabras. Yo no solo lo quería, lo deseaba con una intensidad que rayaba en la locura.
Judas Carusso era el amor de mi vida desde que tenía uso de razón y mis padres me enviaron a ese condenado internado católico donde mis ojos y mi corazón habían quedado por completo en su persona. No era solo un enamoramiento repentino porque estuviera, y fuera, tan bueno como el cielo era uno profundo que se había alimentado con siete años de desprecio.
Bueno, Judas nunca me había despreciado ni me había hecho sentir mal porque era tan bueno y puro que podía jurar que sudaba agua bendita pero si había fingido deliberadamente que no se daba cuenta de las obvias señales que le daba sobre lo mucho que me encantaba.
Hasta que lo encaré y me rechazó.
Debería haberme limitado a aceptarlo, a meterme en la cabeza que ese delicioso ser de ascendencia italiana nunca estaría conmigo y aceptar que la única persona, si es que se le podía considerar así, que tenía espacio en su vida era dios por lo que desde que había tenido consciencia y entendido lo que significado había hecho su voto de castidad para servir a su voluntad cuando concluyéramos el internado.
Pero era terca y no había nada que me enloqueciera más que un desafío.
Él era mi desafío y estaba dispuesta a tomarlo a como diera lugar.
No importaban los medios, ni lo sucia y oscura que tuviera que ser. Estaba dispuesta a ser el mismo demonio que había intentado tentar a Jesús en el desierto. Sería la serpiente que se había arrastrado por el árbol para tentara Eva a que mordiera la manzana.
Estaba dispuesta a hacer lo que fuera para que Judas Carusso fuera mío.
†
Este libro es candela pura, se los aseguro.
Pronto, el primer capítulo...
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Cuanto te deseo
RomanceYo no era un ángel y él no había sido el demonio que había susurrado en mi oído hasta hacerme caer al abismo de la perdición. Había sido dolorosamente al revés. Él me había rechazado cuando le declaré mis sentimientos y me dijo que no podía ahora...