CAPÍTULO UNO

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Hay un momento en el día o en la vida de una persona, en la que vemos algo tan hermoso o asombroso que solo queremos verlo y no desviar la atención. Era algo tan asombroso que sentía como si fuera un sueño. Nuestro encuentro fue algo casual, una casualidad tan inesperada que no pude decir nada. El observarte me quitaba la razón y el sentir tu aroma me lo devolvía. Mi bella casualidad, mi hermoso encuentro de marzo.




Un día de marzo, del año 2018.


Los días en la vida de un adolecente son todos casi iguales. Solo repites una y otra vez tu rutina hasta complacer a tus padres o buscar no decepcionarlos tanto con tus decisiones. De cualquier forma los errores llegan, al menos yo quería tener los menos posibles.


En esos días solo quería irme a estudiar y hacer mis deberes de estudiante, jugar y quedarme en casa. La vida normal de un introvertido en la universidad o la escuela. A pesar de esas "metas", no tenía una razón para vivir o el poder hacer un cambio a lo que era. Siendo sincero, creo que quería una razón por la cual hacer las cosas. El cumplir las expectativas de mis padres no bastaba para dar el 100%, pero lo suficiente para levantarme de la cama. Recuerdo que ese día desperté como en cualquier otro, solo era un domingo más. O eso era lo que yo creía. Semanas atrás mis padres me inscribieron al catecismo, este es una especie de clases en las que te enseñaban acerca de dios y demás cosas referentes al catolicismo para que puedas bautizarte. Para mi solo era el aburrimiento que tenía que pasar 2 a 3 horas los domingos para poder algún día casarme por la iglesia sin complicaciones. Como siempre en estos días llegué temprano y me senté en la esquina en un salón llena de carpetas a los bordes que apuntaban para el centro. El lugar perfecto para un antisocial como yo, no podía pedir más de ese sitio. Ese día también me compré unos plumones los cuales quería desde hace semanas para poder pintar mis dibujos, por si no fuera más cliché que me sentara en una esquina apartado de todos, también dibujaba. Regrese a la librería donde me olvidé los plumones, la dueña era una señora llamada charito, conocida y amiga de mis padres. Recuperé mis plumones sin problemas y regresé a la iglesia. Cuando llegué el lugar ya estaba lleno, solo sobraba un asiento al lado mío. Pero no veía que faltara alguien, así que me relajé. Pasó como 10 minutos o quizás 20, yo solo estaba entretenido con mis plumones y mi cuadernos, viendo que no me haya salido uno malo o fallido. Cuando en ese momento tocaron la puerta. Alguien que llego tarde preguntó si podía pasar y pablo, nuestro "tutor" encargado de nuestra "aula" la dejó entrar. Como lo esperaba ,mientras seguía viendo mi cuaderno, se sentó en el asiento libre al lado derecho mío. Al pasar, solo vi sus jeans azules, solo eso bastó para llamar mi atención, levanté la mirada para verla y... Solo me había pasado una ves en secundaría, no pensé que volvería a pasar. No estaba seguro y tampoco me lo pregunté mucho, solo la vi. Esos bellos ojos café, el cabello marrón claro junto a ese exquisito aroma de su champú, su hermosa piel blanca y clara, su peculiar forma de vestir, unos labios pequeños y poco carnosos, unos lunares que la coronaban como una cereza a un pastel. Solo fue una mirada, pero me cautivó como ninguna otra.


Pasaron 3 segundos de verla y regresé a ver mi cuaderno, pude haber estado tranquilo toda la clase, todo el mes, todo el año. Pero tu me hablaste, preguntando si el asiento al lado izquierdo mío estaba ocupado. Como siempre al conocer alguien nuevo, escondí mis nervios y solo me puse serio como si fuera una visita a la directora.


Volteé la mirada, la mire cuando me preguntó y voltee a mi izquierda y le pregunté al chico que había dejado su mochila en el asiento.

- ¿Esta es tu mochila?

- Si

- Mmmm...



Agarré su mochila y se la di, al instante miré a la chica desconocida para decirle.



- Está libre.



Créanme, no lo pensé. Fue la primera ves que hago algo así a un completo desconocido, no me preocupe por ser grosero o por caerle mal de alguna forma.


Cuando ella se sentó en el asiento "libre" me dijo con una vos baja, casi como murmurando en mi oído, gracias. Nunca me dejo de importar algo tan rápido como ser grosero con ese chico desconocido. Luego de eso hablamos un par de cosas como para no dejar el tema en el aire y luego terminó la "clase". Cuando estábamos saliendo del "aula" ella regresó con su grupito de amigas y yo salí atrás de ella. Luego de estas charlas que hacen los tutores, llega la misa de cada domingo. Como es costumbre yo no quería entrar a esa misa y solo quería irme a casa. Ni siquiera por la chica desconocida fui a la misa, la intriga de quien será no fue tanta como para aburrirme otra media hora en una misa donde me repetirán lo que dice en la biblia.


Salí de la iglesia rumbo a mi casa, en la acera me di cuenta de algo. No le pregunté el nombre a esa chica y también no sabría si volvería a sentarse al lado mío. El recuerdo de como se veía era lo único que me quedó. Me puse mis auriculares y me fui caminando escuchando música.


- Este encuentro no significa nada ¿verdad?



Hay un momento en el día o en la vida de una persona, en la que vemos algo tan hermoso o asombroso que solo queremos verlo y no desviar la atención. Era algo tan asombroso que sentía como si fuera un sueño. Nuestro encuentro fue algo casual, una casualidad tan inesperada que no pude decir nada. El observarte me quitaba la razón y el sentir tu aroma me lo devolvía. Para esa chica que me enseñó muchas cosas y me quitó otras cuantas. Tu...



How hard to love:

Capítulo uno.

Mi bello encuentro de marzo.


HOW HARD TO LOVEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora