CAPÍTULO SIETE

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Cuando uno es nuevo en algún sitio o comunidad, es difícil hacer amigos. Para alguien antisocial como yo; es aún más difícil, puesto que si no se nos acerca una persona a hablarnos no podremos conversar con un desconocido. En raras ocasiones he logrado hablar con desconocidos por cuenta propia. A veces siento que muy en el fondo, soy una persona extrovertida y no un introvertido como imaginé por toda mi vida. Creo que la falta de valor para hacer las cosas a las que tengo miedo es lo que me afecta más que mis capacidades para socializar. Bueno, al menos gracias a eso, logré conocer personas a las que puedo llamar realmente, amigos.


Un día de junio, del año 2018.


Último día del retiro, las cosas habían salido ligeramente bien en el intento de ser amigo de Maria. No podía quejarme, hablé lo más que pude con ella. En este día, solo era esperar a que vengan los buses que nos llevarán a casa. Pero antes, harían una última charla para despedirse de todos los catequistas en ese lugar. Al igual que en la iglesia, todas las sillas se acomodaron hacia el frente para escuchar a los del escenario. Yo me senté en cualquier sitio, atrás mío se sentó Maria con una amiga. No esperaba sentarme a su lado, pero al menos quería hacerlo. A mi lado se sentó Arjan, un chico que conocí la noche anterior durante los juegos a los que María me arrastró para participar. Arjan y yo congeniamos bien al inicio, aunque no me importaba como para llamarlo “amigo”, era bueno para pasar el rato. Durante la última charla nos pusimos a hablar de lo ocurrido un día antes, donde rompieron la cama del dormitorio de hombres. Nos reíamos mucho y distraíamos lo suficiente para que el tiempo pase rápido.



- Oye, lo que paso con la cama del dormitorio. ¿te enteraste?
- Si, ¿quién fue el que la rompió?
- Un chico gordo, el salto a la cama y se rompió jajaja, fue muy gracioso.
- No jodas ¿firme?, hubiera visto jaja.
- ¿Tu dónde estabas en ese momento?
- Yo, bueno… Yo estaba durmiendo en la mesa de troncos.
- ¿Mesa de troncos?
- Sí, hay una mesa hecha con troncos, y tiene un asiento al lado. Ahí me quedé dormido y solo llegué a escuchar la bulla que hacían desde el dormitorio.
- Ahh, no sabía que había una mesa así.
- Sí, es que esta algo alejada.
- Oye ¿y cómo van las cosas con Maria?
- ¿Cómo que cómo van?
- Ya sabes pues, ¿te gusta no?
- Para nada.
- Mmm… Será pes. No te preocupes, te presentaré a una amiga que también le gusta el anime.
- Jajaja, no es necesario.
- Ven mira, es ella.
- Ahh… bueno.
Nos levantamos y caminamos unas filas adelante nuestra.
- Ella es Xiomara, Xiomara te presento a Luis.
- Hola Luis.
- Hola Xiomara.
- A ella también le gusta el anime, ¿ves? Hasta tiene el cabello morado.
- Si, le queda bien.
- Gracias.
- Bueno, nos vemos.
- Nos vemos Xioamara.
- Bye.


Regresando a nuestros asientos, vi la cara de María mientras me miraba, estaba algo asombrada. O al menos eso noté, no soy bueno leyendo el rostro de las personas. Cuando nos sentamos, seguimos conversando.


- ¿Qué te pareció?
- Pues, es linda.
- ¿Verdad?
- ¿Para qué se levantaron? (Maria intervino en nuestra conversación como si fuera alguien que pide dinero en la calle, sin saludar, solo preguntó).
- Fuimos a saludar a una amiga mía. Pensé que le gustaría a Luis.
- ¿Y te gustó?
- Pues, me pareció una chica linda. Me gusta su cabello.
- ¿Su cabello?
- Sí, es que lo tiene de color morado.
- Ahhh… yo también quería teñírmelo.
- ¿Enserio?
- Sí, pero en el colegio no me dejarían.
- Bueno, cuando termines entonces te dejarán tus padres.
- Eso espero, bueno, nos vemos.
- Bye.
- Bye.



Esas palabras me hicieron recordar, soy uno de los mayores en el aula. La mayoría del aula tenía como 16 o 15 años. Por mi parte, tenía 16 años, pero al terminar rápido la escuela logré ingresar a la universidad a mi corta edad. Me sentía como el mayor en temas de madures y estatus estudiantil. Terminando la charla, nos dijeron que almorzaríamos y luego alistemos nuestras cosas para esperar al bus e irnos. Durante el almuerzo fue casi lo mismo. Pequeñas charlas y como siempre, me daba vergüenza comer frente a extraños. Por suerte estaba María y su peculiar forma de comer.

HOW HARD TO LOVEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora