¿No les pasa que a veces dudan de dar un paso a algo que podría ser lo mejor que les haya pasado en su vida?, que una decisión puede cambiar tu vida y la forma en como creías que estaba bien vivirla. Como unas palabras o ni siquiera eso, el solamente dar un paso puede hacer que muchas cosas cambien. Hay una teoría sobre eso. El efecto mariposa, de cómo los aleteos de una mariposa pueden ocasionar graves consecuencias. Bueno, quizás debí haber llegado temprano ese día, o quizás debí hacer más hincapié en no matricularme a la catequesis de la iglesia. Pero creo que, aun así, no me arrepiento. Sería un desperdicio el hacer que eso no pasase, todo lo que viví contigo, fue hermoso, al menos para mí. Así que me quedaré con lo bueno, lo bueno que me ofreciste y no pude conservar.
Un día de junio, del año 2018.
Esto será corto, uno, porque no hay muchas cosas interesantes que hayan pasado en este viaje y dos, no recuerdo mucho de lo que pasó.
Al despertar, lo primero que vi por la ventana de mi asiento fue la calle y como ya no nos encontrábamos en mi distrito. La pista… bueno, no había pista. El camino era de tierra y se podían ver cerros alrededor. Al llegar al último punto en el que el bus podía llegar, bajamos y empezamos la caminata siguiendo al encargado del aula. Pasamos por una calle oscura, las chicas gritaban de vez en cuando y los chicos las asustaban cada vez más. Pasando ese pequeño pasaje, llegamos a donde sería nuestra estadía por los siguientes dos días. El lugar tenía una entrada algo grande, un comedor lo suficientemente largo para todos y tenía construido una gran sala donde se harían las charlas, encima de este las habitaciones de los chicos y al lado el de las chicas, separados, obviamente. Llegando a este lugar, nos formaron a todos en columnas de hombres y mujeres separados por aulas. Éramos demasiadas personas que no recuerdo bien si se llegaron a llenar los cuartos. En el transcurso de todo esto, se tenían que crear “familias”. Las “familias” eran el nombre que le pusieron a los grupos de 8 o más personas con las que compartiríamos diversas experiencias en las charlas. De “casualidad” Pablo me escogió dentro de la familia en la que también estaba María, ahora que lo pienso puede que él lo hiciera apropósito. De todas formas, yo estaba en el piso esperando a que digan a qué hora íbamos a cenar. En eso María me habla de la manera más natural.
- Nos tocó en la misma familia, ahora somos hermanitos.
- Si, que loco – como odio esa palabra –
- ¡¡Oye, levántate!! ya están yendo a sentarse a las mesas.
Ella me jaló e hizo que me levante de un salto. Llegando a la mesa, ella se sentó al lado mío, así que hablamos de cosas como; que hicimos durante el viaje en bus, que cosas trajimos, etc. Cosas naturales en esa situación. Hasta que nos trajeron la cena. Era arroz chaufa, que quizás por esperar mucho se enfrió. Comí lentamente, intentando verme lo más natural posible y sin ensuciar nada, ósea portándome decente. Pero, cuando voleé la mirada hacia María, vi la manera en como comía. Una forma curiosa de escoger la comida con la mano y la cuchara. Era algo, aniñado, pero tierno a mis ojos. Eso me hizo darme cuenta, que ella, por más que la vea hermosa e inalcanzable como a Andrea, también es humana. Me hizo sentir que no éramos tan diferentes, que si estaba a su altura. Bueno, igual solo me interesaba el cómo era, de cierta forma me llamaba la atención el cómo era.
Pasando la hora de la cena hubo una charla en el salón, todas las sillas estaban como en la iglesia, todas viendo al frente y un camino en medio. Como estuve al lado de María hasta el momento, se sentó otra vez al lado mío. Las horas pasaban y en un momento sentí como su cabeza toco mi hombro, se estaba quedando dormida por la charla o quizás porque habíamos comido antes. De cualquier forma, logré controlarme y no ponerme rojo. Estaba muy nervioso, era de las pocas veces que una chica se acercó mucho a mí. Cuando termino esa charla, empezó otra, pero ordenaron que nos juntáramos en “familias” y las sillas las pongamos formando un círculo cerrado viendo al centro. Para esto, María ya se había cambiado de asiento y se sentó con una amiga suya. Solo podía ver como ella se recostaba en el hombro de otra persona, me reconforté un poco por ya no tener que cargar con el peso de su cabeza, pero a quien engaño, quería que lo volviera a hacer. Su aroma era muy adictivo, como para poder tenerlo cerca hasta agobiarme.
Terminado las charlas, cada quien se fue para sus habitaciones, María y sus amigas se fueron para el lado de las chicas y yo, yo subí al segundo piso. Ahí se encontraba otro salón con muchas camas de dos pisos. Escogí la cama vacía más cercana a la puerta, para prevenir cualquier accidente o emergencia. Solo quería echarme y descansar, había sido un día con muchos sucesos y cosas que me cansaron. Me eché en la cama y me cubrí. Mientras cerraba los ojos, recordé…
Un día a principios de marzo, del año 2014.
Llegando temprano el primer día como siempre, mientras caminaba la última cuadra hacia el colegio, que ya era visible. Pensaba en como el año pasado me la pasé bien, pero no pude decirle a Andrea como me sentía. Así que pensé que tenía que empezar conociéndola más. Mi objetivo ese año, era poder hablarle con naturalidad, tenía que lograr acercarme para saber cómo es. Quizás, así tendría más oportunidades de declararme. Pero cuando ya estaba por llegar al colegio vi a lo lejos a Andrea. No estaba sola, al lado suyo estaba un chico. No sabía su nombre ni quien era, pero solo pensé. ¿Será su novio? Pensé que había perdido mi oportunidad de acercarme tan solo empezando el año, así que me deprimí otra vez y mi lado cobarde salió a flote, por segunda vez. Pensé, este será otro año de mierda.
How hard to love – capítulo cuatro
-El retiro, día uno-
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HOW HARD TO LOVE
RomanceLuis es un chico que como cualquier otro adolescente, vive su vida sin un rumbo fijo. Cuando por una casualidad conoce a Maria, que le hará recordar un viejo amor. Mientras se cuestiona si vale la pena volver a entregarse a algo que posiblemente lo...