O2. Como NO colarse en una casa.

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           – ¡Almu cariño! Ven a desayunar anda.–Mr gritó mi madre desde la cocina.–

           – ¡Ya voy mamá!

           Me levanté de la cama y fuí hacía la cocina, miré por un momento una pequeña habitación que antes era un baño, estaba papá durmiendo sobre un colchón, suspire al verlo. Llegué a la cocina, me apoyé en el pollete al lado de donde mi madre estaba cortando frutas.

            – Mhm, fresas.–Cogí una y me la llevé a la boca.–

            – Almu... –Miré a mi madre a los ojos.– Crees qué... Bueno, ya sabes, que tu padre...

             – No, bueno, más le vale que no, porque sino le hago la vida imposible como Shakira a Piqué.–Soltó una pequeña risa.– Al menos, dime que el dinero que os mandé si se gastó en compras y pagar la casa.

             Asintió con la cabeza, la miré, era tan bajita, ya estaba mayor, que mona, la abracé.
  

             – ¡Ay mi madre lo que la quiero yo! –Mi madre se rió.– A quién quieres más mamá, ¿a mi o a banana? –El viejo golden retriever se acercó alegre.– Eso significa que a mí, ¿no? Vale, me lo apunto.–El perro me ladró.– Envidioso.
  


                Llegué a casa de Pilar de nuevo, serían las cuatro de la tarde, no lo sé la verdad, la cosa es que no había nadie dentro de casa, y como no, Pilar no contestaba al teléfono. Me senté en el porche de la casa a esperar a que ella o Sergio llegarán.

                Tras un buen par de horas sentada sin hacer nada llegó Sergio, primera vez que al verlo me alegro, a quién voy a engañar, me levanté, y espere a que se acercará, estaba sudado, me daba más asco que de costumbre.


              – ¿La de ducharte te la sabes? –Pregunté y el se puso a rebuscar en una bolsa que llevaba.–

              – ¿La de llamar antes de venir te la sabes? –Asenti con la cabeza levemente.–

              – De hecho sí, Pilar me dijo que estarías aquí, que entrase y te soportase. –Se me quedó mirando.– ¿Qué?

              – ¿Por qué narices te esfuerzas en caerme mal? –Tócate las narices.–

              – Yo a tí te puedo preguntar lo mismo, ¿sabes? –Me miró y funcio el ceño.–

              – No, tú es que eres borde de nacimiento.–Dejó de rebuscar y cerró la bolsa.–

             – ¿Y tú qué? Cara lubina, ¿dabes cómo me llamo acaso? –Se quedó pensando unos segundos.–

"Amigos" //Sergio RamosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora