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Roier estaba feliz, al club le estaba yendo muy bien, los nuevos habían conseguido traerle noticias nuevas y refrescantes que al público le encantaron, atrayendo a nuevos lectores en el proceso. Aunque el castaño debía confesar, que gran parte de su felicidad no era por eso, si no porque había logrado un gran avance en su nuevo proyecto.

Esa semana Spreen había decidido dejar de desaparecerse tanto y Roier pudo notar ciertas cosas que antes había pasado por desapercibido la primera semana. Como lo eran que a veces se quedaba hasta tarde en la escuela, al principio pensó que era para hacer apuestas ilegales detrás de la escuela, pero descubrió que sus suposiciones eran completamente erroneas.

Un día que se tuvo que quedar hasta tarde redactando unas cosas para el periódico, se dio cuenta de que uno de los salones aún tenía sus luces encendidas así que como la curiosidad mató al gato, decidió asomarse por una pequeña abertura de la puerta y ver quién se encontraba ahí.

Su gran sorpresa fue notar que aquel salón era el taller del club de dibujo y que la persona que se encontraba dentro, era el mismísimo Spreen. No podía creer lo que veía, nunca se imaginó que el peligro pudiese tener ese tipo de intereses, y no es que pintar era malo, si no que no concordaba con el personaje que todos se habían hecho de él.

Sabía que no podía quedarse mucho tiempo observando o sería descubierto, pero le fue imposible apartar la mirada de la silueta de Spreen en ese momento. Lucía tan relajado mientras movía su pincel por el lienzo, dando pequeños detalles a su obra mientras sus caderas se movían al compás de la música que resonaba en sus audífonos. Sentía que estaba viendo algo muy íntimo, aunque no fuese así.

Aquel chico no parecía ser aquel que estaba en boca de todos por ser un delincuente drogadicto, ese chico no era el que su amigo le había dicho en su conversación anterior. Ese era el verdadero Spreen, pero en ese momento no supo reconocerlo y solo lo dejo pasar.

"Le gusta dibujar" eso era lo único que había anotado Roier en su libreta, lo demás lo guardaría en su mente y sin saberlo, también en un espacio de su corazón.

Desde ese día siguió intentando recopilar más información de ese tipo sobre Spreen, pero sus esfuerzos no habían rendido frutos por más que lo intento.

Así que decidió comenzar con una nueva entrevista, está vez el entrevistado sería una persona que se había sentado con la que Spreen había compartido asiento una que otra vez cuando no quedaba más alternativa que sentarse junto a él. Y no, no era el francés de la clase de química, esa entrevista la dejaría para las más importantes.

– Y bien, Osvaldo. – dijo Roier, entrelazando sus dedos por encima del escritorio.– Cuéntame sobre todo lo que sepas sobre tu compañero de asiento.

– ¿Sobre Foolish? A bueno, mien. Pues verás, nosotros al principio éramos novios, pero yo la cagué y-

– Ese no, pendejo, el otro, ya ese chisme me lo sé completito. – Interrumpió el de sudadera roja mientras rodaba sus ojos, ¿Y cómo no iba a saberlo? Si el Mariana se la pasaba contando aquella historia una y otra vez, siempre terminando el relato con que extrañaba a su ex y quería volver con él.– Hablo de Spreen.

– Ahh Spreen. – Asintió el de lentes comprendiendo a que iba todo. Seguro a Roier le gustaba ese osito gruñón y por eso quería saber tanta insistencia, lo del periódico seguro era una excusa.– No se mucho que digamos, es muy callado y nunca intercambiamos. Solo sé que está bien pinche guapo y tiene cara de que destrozaría la vida de un putazo – Dijo con una sonrisa divertida, que rápidamente se borró al ver la mirada asesina del castaño.– Bueno pensándolo bien, en realidad si sé algo.

– A ver, cuéntame. – Dijo Roier, ahora más interesado en sus palabras.

– Déjame pensar... Ya, una vez lo ví comprando droga. – Asintió dejando reposar sus manos encima de sus rodillas.– Iba a la biblioteca para sacar unas copias pero justo cuando iba a subir las escaleras, lo vi por la ventana que da al patio. Estaba con un wey todo vestido de negro que parecía emo y este le entrego una bolsita con un polvo blanco adentro, no pude quedarme más tiempo porque ya iba a acabar el receso y eso fue todo lo que vi.

Roier asintió terminando de anotar toda la informacion dada. Había sido poco, pero le había confirmado que era cierto lo que decían de que Spreen se drogaba.

En ese momento volvió a caer en la realidad de que Spreen seguía siendo un criminal drogadicto y que aquel hermoso artista que vió aquel día en el taller de dibujo, solo fue falsa una ilusión de su mente.

...

Doble actualización porque Spreen tampoco prende hoy y hay que sobrellevar la tristeza.

Bad Reputation | SproierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora