El niño gato

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Hacía ya un rato que Tinta le había dicho a Espiral que se dirigiera a su habitación sin él. El único problema es que no sabía como se llegaba allí. El día anterior estaba todo muy oscuro y no estaba prestando atención mientras la guiaban. Ojala fuera más atenta. ¿Por qué las mansiones tenían que ser tan... tan grandes? Espiral le pegó un puñetazo a la pared pero era de yeso y su puño se quedó marcado. Se lo quedó mirando sorprendida y luego se alejó lentamente. Estaba acostumbrada a las paredes de Tutali, firmes y resistentes. A Espiral no le gustaba la base de Guman. La de Tutali era fuerte como un muro y la de Guman era una más bien una muñeca de porcelana, demasiado lujosa para un fugitivo.

- Aunque te hayas perdido, las paredes no tienen la culpa - dijo una voz de niño.

Espiral se giró bruscamente para descubrir a un crío con el pelo del mismo tono de naranja que Gueco corto y revuelto. Tenía bigotes y una nariz rosada de animal. Sus orejas eran peludas y puntiagadas como las de un gato y en vez de encontrarse en los laterales de su cara, estaban en su cabeza.

- Las paredes no - replicó Espiral mordaz.- pero sí esta laberínitica mansión.

- No pareces muy sorprendida de que te espíen - dijo el niño.

- Cuando me di cuenta me sorprendí - siguió Espiral.- pero eso fue cuando salimos de la reunión.

El niño resopló.

- ¿Cuántos años tienes? - preguntó - ignoraba que hubiera más niños que yo en la revolución.

- A decir verdad, yo también - dijo Espiral tendiéndole la mano.- tengo once años.

El niño se la estrechó con una sonrisa de oreja a oreja.

- Yo también - dijo él.- y me gusta que haya alguien de mi edad, aunque seas una chica.

- ¿Qué pasa con las chicas? - replicó Espiral enfadada.

El niño se encogió de hombros.

- ¿Qué pintas en la revolución? - dijo.- todo el mundo tiene un motivo. El odio es uno muy frecuente. La venganza también. Pero yo...

- Mi motivo es - comenzó Espiral.- es...

El niño se la quedó mirando sorprendido.

- Tienes que tener claro tu motivo.- dijo

- Tinta me dijo que fuera con él y fui con él - siguió Espiral.- sucedió una gran injusticia en mi vida, si se puede llamar así. Me parece que no estar en contra es lo mismo que apoyar. Supongo que ese es mi motivo.

El niño la siguió mirando sorprendido pero respondió.

- Supongo... - dijo.- bueno, al menos es un motivo nuevo. Alguien te dice que te metas en una revolución y lo haces. Consideras la que la única manera de oponerse al rey es revolucionarse...

Sacó un pergamino y empezó a escribir algo. Luego lo dobló cuidadosamente y se lo guardó en una bandolera.

- Yo estoy aquí - dijo él.- porque no me queda mucho tiempo y quiero pasarlo con las personas que quiero. Ese es mi motivo.

Se quedaron en silencio. Mirándose. Ninguno estaba donde tenía que estar. Lo único que tenían claro era su objetivo.

- Seamos amigos - dijo el niño.- haremos la operación 7A juntos. Así que nuestras relaciones deben ser buenas.

- Definitivamente - respondió Espiral.

- Y tu tienes que aprenderte el plano de esta mansión - siguió el niño.

- Totalmente - afirmí sonriente.

Se quedaron callados. El encuentro había sido muy repentino y las palabras se habían agotado.

- ¿ Qué quieres decir con que no te queda mucho tiempo? - preguntó Espiral intrigada al cabo de unos segundos.

- Muchas cosas - murmuró el niño gato en voz baja.- pero no es nada... ¿A qué te refieres con que sucedió una gran injusticia en tu vida?

- Muchas cosas - respondió Espiral pícara.- otra pregunta, ¿cómo has sabido que estaba perdida?

El niño soltó una carcajada.

- Tu cara de desorientación, el puñetazo en la pared, que esta es el ala de los chicos... no se... - dijo sarcásticamente - ya sabes, muchas cosas.

Espiral comenzó a reirse alegremente. Un revolucionario de cabello pelirojo (pero rojo, rojo) apareció al final del pasillo.

- ¡Hoja! - exclamó enfadado.- no habíamos quedado aquí, ¿se puede saber que haces? Quería hablar contigo después de la reunión. Ahora seguro que se te ha olvidado todo. Eres extremadamente torpe. Ven aquí ahora... ¿Y esa?

El revolucionario se acaba de percatar de la presencia de Espiral.

- Es la famosa Espiral, Fuego - dijo Hoja.- y no se conoce esta mansión. Nunca había estado antes. Claro que aquí hay mucha gente que jamás había estado antes. Esto está más lleno que nunca pero no me extraña.

- No te vayas del tema - dijo reprensivo Fuego.- yo llevaré a Espiral a su habitación.

- Os acompaño - dijo precipitadamente Hoja.- quiero decir, ¿os puedo acompañar?

- No veo porque no - respondió Fuego.- en todo caso tenemos que hablar.

Así que los tres atravesaron juntos los laberínticos pasillos de la mansión. Aunque por tamaño si tuviera más pisos se podría llamar palacio. Espiral no entendía como se hacían casas tan grandes para tan poca gente. Fuego hablaba fogosamente con Hoja. Hacía muchos gestos y tenía la voz elevada. Parecía que le estuviera regañando pero, por lo poco que había escuchado antes de perder el hilo, no era el caso. Hoja parecía acostumbrado a esa manera de comunicarse y decía mucho: "si, por supuesto, lo tendré en cuenta si me encuentro en esa situación, claro, aja, lo etiendo y si, si, si, si, si, claro que no lo haré"

Cuando llegaron a su cuarto se despidieron y antes de irse Hoja le susurró en el oído.

- Ven al jardín esta noche.

Y se fue dejándola intrigada en su habitación.

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