Cuando todos llegaron

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A lo largo del día siguiente llegaron el resto de los convocados. Eran gente de todos los colores y aspectos posibles. Cada uno diferente. Espiral los observaba según iban entrando. Estaba en el jardín, comiendo una manzana. Tinta había dicho que iba a preguntarle a Veite si tenían plumas para escribir una carta a Guman y se había ido dejándola sola en la hierba. Era un buen momento para explorar pero en vez de eso se quedó sentada. Miel había dicho que cuando llegase todo el mundo les explicarían en que consistía la operación 7A y ahora estaba impaciente. Habría sido mejor llegar los últimos, así no habrían tenido que esperar a nadie.

Una chica completamete cubierta por una túnica marrón atravesó el umbral de la puerta que conectaba el jardín con el exterior. Espiral aguzó la vista. Esa persona tenía algo extraño. Se acercó disimuladamente para descubrir que su piel brillaba. Estaba rodeada por un extraño aura. Se alejó extrañada.

***
- Tintaa... - Espiral tiraba de la capa negra de Tinta.- ¿ Por qué le brillaba la piel a esa chica ? Dime, ¿por qué?

Tinta estaba muy cansado de Espiral. Llevaba haciéndole la misma pregunta desde que había vuelto con ella para decirle que la reunión se celebraría aquella noche y el llevaba dándole la misma respuesta desde entonces.

- Debe de ser por su don... - dijo suspirando.- te lo he dicho cien veces.

- Ya, pero, Tinta, dime... - dijo Espiral pero Tinta no la dejó acabar.

- Como me vuelvas a hacer esa pregunta te quedas sin cena - replicó elevado la voz.- ya te lo he dicho, será por su don.

Eso eran palabras mayores así que Espiral se calló. Estaban yendo a por tomates al huerto del jardín. El único problema era que no sabían donde estaba el huerto. Ese jardín era como unas tierras feudales.

- ¿Cómo puede ser Guman tan grande y tener calles tan amplias sin incluir los canalillos y además tener cuatro casas de estas y un palacio real? - se preguntó Tinta en voz alta.

Espiral le miró preocupada. Se le hacía raro que Tinta estuviera frustrado. No estaba acostumbrada a verle así. Pero, para su suerte, el jardín no era tan grande y encontraron el huerto. Estaba atardeciendo y el sol se ponía entre los montes. Guman se había vuelto más dorada que nunca y pasear por el camino de piedra del jardín de la casa de Veite era como pasear por un río de oro. Espiral recogió tres tomates gigantes pero todos estaban verdes. Tinta le explicó que solo se comían los rojos y dejaron los de Espiral en la rama gruesa de un arbusto al sol para que se pusieran colorados y más tarde los cogiera otra persona. Cuando terminaron su labor regresaron a la mansión cuando ya había anochecido.

Entraron en el comedor donde todo el mundo comía. En la cabecera de la ancha mesa había una persona de más.

- ¡ Tinta ! - exclamó Espiral - es la chica que brilla.

Tinta la observó con cuidado y abrió mucho los ojos.

- ¿Qué pasa? - preguntó Miel, se acababa de levantar de su sitio para llevarles al suyo.- ¿necesitáis ayuda?

- No, nada - dijo Tinta sin quitarle los ojos a la nueva inquilina.

Se sentaron y comenzaron a comer. No había mucha gente. Como mucho veinte personas más habían llegado aquel día. Espiral había creído que habría más gente pero estaba demasiado ocupada intentando convencer a Tinta de que la dejase probar el vino como para fijarse en eso. Cuando todos hubieron terminado de comer, Gato pidió silencio.

- Buenas compañeros de todo el reino - dijo Veite.- Os felicitó por haber llegado tan rápido hasta aquí. Todos os preguntareis que hacemos. Os lo diré. Vamos a terminar lo que hace veinte años comenecé. Lo vamos a intentar. Para ello he tenido que mover muchos hilos y organizar mucha información pero después de todos estos años, conozco la clave para derrotar a Hyne.

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