Capítulo 2: "Park Perkins"

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POV Becky

Hacía una semana que Heng me había informado de la presencia de una nueva guardaespaldas. Mi padre, antes de su partida, le había confiado esa ardua y dura tarea a su mano derecha, ya que consideraba que, en su ausencia, sólo Non a mi lado no era suficiente.

Ni siquiera me había tomado la molestia de ir a conocerla personalmente. En estos días transcurridos no tuve que salir de casa. Me pasaba las horas encerrada en la oficina de papá, atendiendo miles de llamadas y firmando papeles que Heng se encargaba de traerme. A veces, sólo a veces, desde mi habitación, me asomaba por la ventana, especialmente cuando el sol ya empezaba a ocultarse, y vislumbraba una figura femenina recorriendo el perímetro del jardín. Supuse enseguida que se trataba de la nueva adquisición de seguridad. Desde aquí arriba no lograba visualizar bien su rostro.

A simple vista, parecía una mujer delgada, de cuerpo formado por el ejercicio, alta y de pelo castaño. Siempre ataviada con su uniforme: pantalón negro, cinturón con su pistola y chaqueta negra. En ocasiones, se desprendía de esta última prenda, dejándola sobre una de las sillas que había alrededor de una gran mesa de jardín. Se acomodaba su camisa, comprobaba que su auricular funcionara correctamente y comenzaba su rutina, siempre empezando por el lado derecho. Observaba cada rincón de forma minuciosa, y volvía la vista atrás cada cierto tiempo, como si temiera que alguien la estuviese persiguiendo. Además, de cuando en cuando, alzaba la vista hacia mi ventana, seguramente presintiendo que alguien la observaba.

En ese momento, sobre mi escritorio, se encontraba su CV. Más que un currículum era una ficha de investigación preliminar que le había pedido a Heng días atrás. Me gustaba estar informada sobre la vida de mis trabajadores, especialmente de los que se ocupaban de mi seguridad. Abrí la carpeta con cierto desinterés, y en ese instante pude ver su rostro con claridad por primera vez. Era una foto de carnet como otra cualquiera, con una cara seria y unos ojos color miel, que me miraban inexpresivos desde el papel. No sabía el porqué, pero esa mujer empezaba a intrigarme demasiado. Ahora que por fin conocía su imagen, quise saber su nombre: Freen Chankimha.

- Sin familia. Padres fallecidos en un accidente automovilístico. No se le conoce ni amigos ni pareja. Obtuvo matrícula de honor en la Prestigiosa Academia de Fuerzas y Seguridad de Bangkok. Además, es cinturón negro de Taekwondo. Practica Muay Thai...- mi lectura en voz alta se ve interrumpida por una llamada a mi teléfono personal.

"Número desconocido" ¡Qué poco me gustaban esas llamadas! Rápidamente abrí la puerta de la oficina e hice pasar a Non, y con un ademán le indiqué que leyera la pantalla de mi móvil. Vi en su cara concentración y preocupación a partes iguales, y cuando me dirigió un gesto afirmativo en señal de que ya estaba preparado, descolgué la llamada, activando directamente el modo manos libres.

- Rebeca Armstrong...- siempre contestaba así, con mi peculiar tono de seguridad y suficiencia que mi padre me había heredado.

- Vaya, vaya... ¡Qué honor escuchar a la famosa hija de Richard Armstrong!- la voz al otro lado de la línea era una voz masculina, irónica, fuerte... ¿familiar?- Permítame presentarme. Mi nombre es Park Perkins. Seguro que habrás oído hablar de mí, ¿no es así?

¡Por supuesto que sabía quién era Perkins! El gran enemigo de negocios de papá. Al principio fueron grandes amigos y socios, pero Park lo traicionó en una operación muy importante de blanqueo de dinero. Se trataba de un cargamento de coches que tendría que haber llegado a Estados Unidos. Sin embargo, cuentan las malas lenguas, que ese cargamento fue desviado a Marruecos, donde Perkins hizo transacciones y se quedó con todas las ganancias, para posteriormente desaparecer del país antes de que mi padre pudiese acabar con su mísera existencia. Como consecuencia de su traición, quedó una deuda descomunal con los peces gordos estadounidenses. Menos mal que se pudo responder con solvencia a ese contratiempo.

- ¿Se puede saber qué quieres gusano de mierda?- mi temperamento me estaba traicionando, y no puede evitar gritarle con furia al teléfono.

- Esa boca, Rebeca. ¿Qué diría tu padre si escuchara hablar así a su princesita?- se reía a carcajadas. Sólo de escucharlo me estaba poniendo enferma. Observé cómo Non me hacía un gesto para que le preguntase por el motivo de la llamada, ya que la cortesía quedaba totalmente excluida.

- ¿Se puede saber para qué carajos me llamas? ¿Y cómo es que tienes el número de mi teléfono personal?- eso último me intrigaba mucho más que lo primero.

- Se puede, por supuesto que se puede. Quiero información que tú tienes.- ante mi falta de respuesta, prosiguió con su monólogo.- Sé que tu querido padre ha estado firmando acuerdos y contratos multimillonarios con narcotraficantes españoles para hacer los traslados desde España a Tailandia. ¿De dónde va a salir ese cargamento? ¿Quién lo va a recibir?

Ahora, la que no pudo evitar soltar una carcajada fui yo. ¡Pero el estúpido de Perkins qué se creía! Nunca traicionaría a mi padre. ¡Nunca! Está de más decir que sí manejaba esa información. Es el negocio más importante que tenemos entre manos en estos momentos. Está todo supervisado por mí. Y si... ¡mierda! El problema del cargamento de armas. Eso tenía que ser obra de Perkins para distraer a mi padre, sacándolo del terreno de juego, para que le fuera más fácil amedrentarme.

- Eso no te lo voy a decir jamás, maldito traidor.- mi furia era cada vez más notable.

- Yo no estaría tan seguro Rebeca. Tú tienes algo que yo quiero y yo...- escuché cómo su voz se iba alejando del auricular del teléfono, pero aún así pude oír sus palabras.-...tengo algo que tú quieres.

- ¡BECKY! ¡BECKY!... Por favor, AYÚDAME.


"ENTRE EL CIELO Y EL INFIERNO"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora