POV Freen
Esa tarde ya había empezado a realizar mi ronda habitual. A pesar de que estaba atardeciendo y el sol cada vez se ocultaba más, el cielo estaba despejado, mostrando una inmensidad de tonos anaranjados mezclados con azules que, en otras circunstancias, probablemente me hubiese sentado a contemplar.
La temperatura resultaba agradable. No hacía frío, por lo que me deshice de la chaqueta negra que siempre me acompañaba. Era la prenda de ropa que menos me gustaba del uniforme. Prefería la libertad de movimiento que me permitía la camisa, descuidadamente colocada, como era habitual en mí. Odiaba a la gente que siempre iba vestida de forma perfecta, impecable.
Dirigí mi mirada hacia la parte superior de la casa. En muchas ocasiones había tenido la sensación de que alguien me observaba desde ahí arriba. Sabía que no era simplemente una sensación, sino una certeza. Muchas de esas tantas veces, al mirar hacia una ventana en particular, creía poder intuir el cuerpo de una mujer, escondido entre las cortinas blancas que ocultaban el interior de la habitación de miradas curiosas. Sabía que era ella quién me observaba, como un cazador acechando a su presa, atenta a todos y cada uno de mis movimientos.
Empecé la ronda de vigilancia por la parte derecha, como todos los días. Controlaba que todo estuviera en orden dentro del perímetro establecido, echando miradas furtivas hacia el exterior, muy de vez en cuando. Estaba todo tranquilo y sin cambios, como las tardes anteriores desde que comencé con este trabajo. No había sido requerida por Rebeca en ningún momento, ni tan siquiera para conocerme en persona. No sabía cuándo tendría la oportunidad de tenerla frente a mí. No obstante, la paciencia era una de mis virtudes. La venganza es un plato que se sirve frío, y yo había esperado demasiado por ese plato como para que mis prisas de última hora estropearan el momento de disfrutarlo.
Ya había rodeado la parte trasera de la casa, justo donde se encontraba una pequeña cabaña de madera, de techo acristalado, que era el gimnasio, destinado al entrenamiento del personal de seguridad. Muchas noches salía de la casa y me dirigía aquí. No había nadie a esas horas y yo conseguía descargar toda mi frustración golpeando el saco de boxeo que se encontraba al fondo de la estancia. Lo golpeaba con fuerza y con furia hasta quedar completamente exhausta. Normalmente acababa en el suelo, rendida y agotada, mientras las lágrimas salían de mis ojos sin ser capaz de contenerlas. Sólo en esos momentos de soledad me permitía llorar. Desde pequeña, siempre pensé que el llanto estaba reservado para los débiles, y yo no quería serlo, aunque tampoco era el monstruo en el que estaba intentando convertirme.
Continué mi camino, admirando los preciosos rosales que surgían a mi paso, y entonces me detuve, antes de llegar a la entrada principal. ¿Eso que se escuchaba eran gritos? Me agazapé tras el enorme árbol que había justo cerca de las escaleras y presté especial atención a la conversación, pistola en mano, lista para el ataque si fuera necesario.
- ¡Estás loca! No vas a ir a ningún sitio, y mucho menos tú sola.- Non apareció en mi campo de visión, interrumpiendo el paso de Rebeca.
- ¡Apártate Non!- intentó avanzar, pero el chico la cogió bruscamente del brazo, obligándola a que se diera la vuelta y lo mirara.
- Dime dónde te citó. Yo iré a por Nam.- suavizó su gesto, en un intento fallido de súplica.
- ¡No puedo! Sabes que si no voy yo a ese lugar...la matará.- su voz sonaba desesperada e incluso me atrevería a decir que estaba al borde del llanto.
Era la primera vez que la veía, y aunque no podía ver con claridad su rostro, comprobé que mi imagen inventada no difería mucho de la realidad. Era una mujer delgada, tal vez más joven de lo que imaginé, pelo rubio y corto a los hombros. Se dejó abrazar por Non, en un gesto de consuelo por parte de él. Ahora entendía por qué Heng me había dicho que eran muy cercanos.
- No voy a dejarte ir pequeña.- la voz de Non se tornó más calmada. Su mano acariciaba el pelo rubio de Rebeca, perfectamente alisado. Ella le correspondió, rodeándolo con sus brazos- Sabes perfectamente cómo funciona esto. Lamentablemente hay bajas... pero esa baja no puede ser la tuya.
Vi cómo Rebeca intensificaba el abrazo y cómo discretamente su mano se movía de forma lenta hacia el cinturón de Non. Inmediatamente sonreí, a sabiendas de lo que sucedería a continuación. ¡Deberías ser más espabilado chaval! Desde que lo conocí supe que era más músculo que cabeza.
Efectivamente, la rubia se había apoderado del arma de Non y ahora estaba apuntándolo sin vacilar, mientras el chico inmediatamente levantó las manos. Sólo podía ver su perfil, pero estaba segura que en estos momentos su mirada reflejaba mucha decisión.
- ¿Qué haces Becky? Por favor... Dame la pistola.- una mano la mantenía levantada, en señal de que lo le haría daño, mientras que la otra la estiraba hacia ella, dispuesto a recibir el revólver, intentando que recapacitara, sin éxito alguno.
- No te acerques Non.- a medida que él avanzaba, ella retrocedía, siempre con la pistola al frente, sin dejar de apuntarlo.- Es mi amiga... lo único bueno que tengo fuera de esta mierda.- ahora sí que estaba llorando. Su voz se había roto por completo.
- ¡Te matará!... Una vez que Perkins consiga la información que quiere... acabará con Nam delante de ti, y luego acabará contigo.- Rebeca ya estaba subida en el coche, arrancándolo con una sola mano, mientras que con la otra seguía sosteniendo la pistola. Lo siguiente que escuché fue un fuerte acelerón.- ¡¡¡¡REBECA!!!!
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"ENTRE EL CIELO Y EL INFIERNO"
FanfictionRebeca es una mujer fría y calculadora, acostumbrada a manejar a todo aquel que le rodea. Una mujer de negocios, sin escrúpulos, enseñada por el mejor de los maestros: su padre. Freen, sin embargo, es una mujer a la que la vida le arrebató todo cuan...