Capítulo 8: "Primer operativo" 2ªparte

163 30 2
                                    

(SEGUNDA PARTE) POV FREEN

Acababa de entrar al salón de lo que se había convertido en mi "nuevo hogar". Esta noche iba a ser mi primer trabajo en un operativo. Según me había informado Non, el plan era de lo más sencillo. Tendría que infiltrarme como un cliente más en un lujoso restaurante donde nuestra jefa tendría una cita con Nita Nappong. Si todo salía según lo acordado, no habría mayores problemas. Rebeca hablaría con la mujer; le propondría una asociación donde ambas partes saldrían ganando; firmarían un contrato, con los beneficios y las penalizaciones; tomarían el postre y se despedirían cordialmente. Todo eso bajo nuestra atenta supervisión.

Me vestí de forma elegante. La ocasión lo ameritaba. No podía llevar mi habitual uniforme de trabajo, ya que el plan consistía en pasar desapercibida. Escogí un pantalón de cuero negro, con cremallera dorada, que se ajustaba perfectamente a mis piernas. Botas de tacón alto, que realzaba la figura. Y una blusa también de color negro, ajustada, con un escote, si bien discreto, sugerente. Podía haber elegido otro atuendo, pero con esa ropa me sentía cómoda, y sabía perfectamente que me favorecía. Asimismo, alisé mi pelo, dejándolo caer suelto por mi espalda.

Empecé a colocarme el dispositivo de escucha cuando vi que Rebeca hacía acto de presencia en el salón. No pude evitar quedar boquiabierta, mirándola de arriba abajo. Estaba preciosa. Ese vestido le quedaba realmente bien. Seguramente quería causar el mismo efecto que había causado en mí al resto del mundo mortal, ya que inmediatamente se le dibujó una sonrisa maliciosa en los labios, al ver cómo mi cuerpo se estremecía con su cercanía. ¡Maldita sea, Freen! Me corregí mentalmente, e inmediatamente, aparté mis ojos de ella.

- ¿Estás lista?- me preguntó justo cuando pasaba por mi lado para dirigirse a la cocina, desde donde me miraba de forma completamente descarada, mientras tomaba un vaso de agua.

- Sí.- mi respuesta fue escueta, ya que me encontraba distraída colocándome el auricular en mi oído, el cual lograba camuflar gracias a que llevaba el pelo suelto.- Sólo falta colocarte el micro...- me dirigí a la cocina. Ella seguía manteniendo su sonrisa mientras yo observaba su ropa.- Aunque con la poca tela que llevas no sé dónde ponerlo para que esté bien oculto.- ese comentario lo dejé escapar de mis pensamientos. Tenía la imperiosa necesidad de hacerle saber que me parecía demasiado atrevido que fuera así vestida, aunque también sabía que mi opinión le importaba más bien poco.

- Yo creo que aquí estará perfecto.- y con el movimiento más sensual del mundo, mientras me miraba directamente a los ojos, fue bajando el tirante de su vestido, dejando a la vista un sujetador de encaje casi transparente.

No podía decir nada. Las palabras se me atragantaron en la garganta y no era capaz de emitir sonido alguno. Con manos que intenté que no fueran temblorosas, coloqué el diminuto micrófono en el lugar donde la jefa había señalado. Pude notar cómo su respiración se contuvo, tan sólo una milésima de segundo, cuando notó el roce de mis fríos dedos en contraste con su ardiente piel.

- ¡Perfecto!- carraspeó, colocándose nuevamente los tirantes sobre sus hombros, y cobrando la compostura.- Espero que Non te haya instruido. No quiero sorpresas desagradables.

- Sí, lo hizo.- contesté, alejándome yo también, buscando un lugar seguro.- Seremos una hermosa pareja que entrará al restaurante simplemente a tomar una copa. Tenemos una mesa reservada, lo suficientemente cerca por si necesitamos intervenir. Mantendremos contacto visual. Gracias a su micro y a nuestros audífonos podremos escuchar todo lo que esté pasando en su cita. Así, tanto Non como yo tendremos la situación controlada. Comes, firmas y te despides. Y después de eso, saldremos detrás de ti.

- Vaya... eres buena para los resúmenes.- su comentario era preso de la ironía.- Si no supiera quién eres... diría que hasta te importo... perdón, perdón... me corrijo... te importa mi seguridad.

- No te confundas Rebeca.- su juego ya me estaba cansando. En ese instante sonó el timbre. Tenía que ser Non, así que me dirigí a abrir la puerta.

Esa noche, Non también estaba muy elegante. Vestido con traje azul marino, camisa blanca y corbata color vino. Se quedó sorprendido al vernos. Puse los ojos en blanco cuando me di cuenta de su cara de embobado cuando vio a la rubia. Inmediatamente, se le dibujó una sonrisa en el rostro.

- Estás... preciosa...- no lo podía evitar. Sus ojos brillaban como un niño ilusionado cuando ve sus regalos el día de Reyes. Y para mi sorpresa, Rebeca aceptó el halago encantada.

- Tú también estás muy guapo.- devolvió el piropo, mientras hacía que girara sobre sí mismo, para apreciarlo desde todos los ángulos posibles.

Sin más dilaciones, salimos del Hotel en dirección al restaurante. Rebeca precedía el camino en su propio vehículo, mientras que Non y yo íbamos en una de las camionetas de la Organización. No me gustaba para nada que condujeran por mí. Prefería siempre conducir yo, pero esta noche Non sería mi pareja y como tal tenía que comportarme.

Por fin llegamos al dichoso lugar. No pude evitar coger una bocanada de aire cuando mis pies tocaron tierra firme. Una de las razones por las que no me gustaba ir de copiloto era precisamente porque me mareaba. Non notó mi incomodidad y, sin apartar la vista de Rebeca, que ya iba llegando a la entrada, donde una amable camarero la estaba atendiendo, se interesó por mí.

- ¿Te encuentras bien?- su preocupación sonó sincera.

- Sí...- carraspeé.- Es sólo un mareo, nada más.- y acepté el brazo que mi acompañante, en un gesto de caballerosidad, me ofreció, a la vez que nos dirigíamos a la entrada del Restaurante.

Inmediatamente, el mismo camarero que había atendido a la rubia, nos dirigió a la mesa que ya teníamos reservada. Desde allí podía ver perfectamente a Rebeca, quien estaba sentada, tomando el Martini que había pedido, esperando pacientemente la llegada de su cita. Pasaron aproximadamente diez o quince minutos. Entonces vi cómo Rebeca se levantaba, y su semblante, antes seguro, cambió por completo.

- ¡Buenas noches Becky!- una figura masculina se acercó a la mesa de la jefa.

- ¡Buenas noches señor Bianchi!- ella, en un gesto cortés, se levantó de su silla y extendió su mano, la cual fue besada por aquel extraño, y devolvió el saludo con una sonrisa. Sin embargo, su tez se había vuelto pálida por un momento. Instintivamente, me puse en alerta. Aquel sujeto de aspecto refinado le había dedicado una mirada lasciva, recorriéndola entera, admirando con descaro y sin disimulo todo lo que tenía a la vista, y estaba segura que imaginándose lo que no podía ver.

Los ojos de Rebeca se clavaron en los míos, y en ese momento supe que nada saldría como lo habíamos planeado. Este operativo recién comenzaba, y a pesar de la tranquilidad que aparentaba la rubia, sabía que algo no marchaba bien.


"ENTRE EL CIELO Y EL INFIERNO"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora