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Ese cálido sentimiento se desbordaba de su pecho, sentimientos encontrados, se sentía en una nube de emociones.
Finalmente se habían confesado que había un cariño mutuo mucho más allá de la amistad y se sentía un pequeño Omega realizado con eso.
Sin embargo al salir de aquella oficina donde un alfa juguetón robaba pequeños roces de sus labios ocasionalmente mientras el yacía en su regazo, cayó en su realidad, en lo que tenía que afrontar.
Pues al regresar a su casa con Liam y su chico Niall recordó que ya se había cumplido una semana en la que no asistía al Nirvana, su razón por la cual aún se sentía doblegado y cohibido.
No lo mal entiendan, el amaba bailar, sentir el tubo deslizarse de sus manos a sintonía de la suave melodía erótica pero artística, desde que era niño amaba bailar, sin embargo nunca imagino que terminaría conociendo la vida del pole dance y terminaría convirtiéndose en su mundo.
Sin embargo el mundo del pole dance era malo cuando te obligaban a bailar solo por complacer a cerdos alfas machitos que se jactaban de ser los más poderosos del país y el dueño del lugar se la pasaba lamiéndoles los zapatos haciendo así de su momento artístico un show para depravados que desnudaban con la mirada a cada bailarín.
Aunque para Harry todo era diferente, por qué él, una ves que comenzaba la música, se desconectaba de todo. Imaginaba sus momentos más felices, la música lo relajaba y pensaba en lo que más amaba, recordaba aquellos ensayos donde Niall le rogaba por qué le enseñará un poco del baile, o donde Liam le aplaudía orgulloso de su logro. Para el el baile fue una salida de su cruel realidad, una manera de distraerse de todo lo malo de su vida.
Sin embargo, todo caía abajo cuando al terminar su show abría los ojos y se encontraba con Miles de depravados con erecciones prolongadas, olor a exitacion y cuestionables sumas de dinero por unos cuantos bailes privados...
Con miedo y con un nudo en la garganta, aquella tarde luego de salir de su ensoñada vida oficinaria, llego al Nirvana, su templo pero al mismo tiempo su crematorio. Sabía lo que le esperaba cuando el jefe le pidió llegar media hora más temprano que todos sus compañeros, incluso que Liam y Niall, de hecho ellos no tenían ni idea de que Harry pidió a Louis salir más temprano con una excusa sumamente tonta, solo para no exponerlos al jefe.
El prometió a Liam que lidiaria con el una ves que regresará, y no se iba a acobardar. Así que a pasos le tos pero decididos llegó a aquella puerta color oscuro, dando dos suaves toqudos antes de ser atendido por una de las chicas que servían al jefe.
-¡Harry! Querido, pasa. Te estaba esperando- mencionó sarcástico aquel viejo alfa.
El aroma picaba en la respingada nariz del chico, un aroma desagradable para él a decir verdad.
-Me dijeron que quería hablar conmigo, señor- titubeó mientras dejaba su maleta en el suelo.
-¡Déjenos solos!- ordenó a las chicas y guardias que se encontraban dentro, uno de ellos le dió una mirada de compasión.
El Omega iba a hablar pero fue silenciado por el viejo antes de emitir una palabra.
-Asi que... Harry. Dime mi querido Omega, de que privilegios crees que gozas tu cómo para faltar las veces que te pegue la gana- cuestiono levantándose de su silla y comenzado a caminar por aquel tracho de oficina.
-Señor... Yo...-
-Ya lo sé, ya lo sé. Se que tienes otro empleo y te recuerdo que yo te permití restringir tu horario laboral aquí entre semana, sin embargo con la promesa de que volverías a bailar los fines de semana completos turnos, ¿No es así?-
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BABYSITTER- L.S.
RomanceLouis Tomlinson, un alfa puro, digno de su descendencia, con porte elegante, de carácter fuerte y decidido. Al morir su madre se queda a cargo de sus hermanos y con solo 25 años cae una enorme responsabilidad sobre el. Harry Styles un Omega huérfano...