Capítulo 5: Convivencia

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Hola, gente bella
Me demoré en subir porque es Semana Santa y pues muchas cosas. Pero aquí estoy :)

Este capítulo es larguísimo, pude haberlo acortado, es cierto, pero me gustó como quedaron los tres momentos que hay, así que así se queda

¡Disfruten la lectura!

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Draco y Potter llevaban viviendo juntos 10 días. En ese período apenas habían cruzado un par de palabras ya que el auror estaba demasiado ocupado con su trabajo. Los únicos momentos donde se veían eran en las comidas con los Malfoy, y no eran situaciones que les permitieran tener una charla.

El Gryffindor había terminado por darle a Draco todo el poder de decisión sobre la mansión y sobre Kreacher. Además, le había dado una llave de su bóveda para que pudiera sacar todo el oro que necesitara. Con su nueva identidad el Slytherin había obtenido todo el patrimonio de los Malfoy, sin embargo y debido a que era una mujer soltera, no había podido tocar nada y cualquier gasto que hiciera era controlado por Lucius. Era un alivio tener algo de independencia, incluso si se trataba de oro que no era suyo. Por supuesto, no comentó nada ni agradeció, solo gastó.

Lo primero que hizo Draco fue redecorar su habitación en la mansión. Grimmauld Place era una casona enorme, pero demasiado oscura y anticuada, por lo mismo había decidido arreglar el resto de la casa. La única condición que le había dado Potter cuando Draco le comentó sus planes fue que no se metiera en su cuarto, podía hacer lo que quisiera con el resto de habitaciones.

—¿De verdad te gusta la snitch o la vas a elegir porque a Potter le gusta? —preguntó Draco al pequeño Teddy.

Había sido una oportunidad perfecta para seguir ganándose al mocoso. Con la excusa de personalizar su dormitorio, Draco lo había ido a buscar donde su tía y se lo había llevado de compras. Sitio donde fueran, sitio donde eran observados. Teddy había tenido una actuación magistral tomándole de la mano y moviendo sus pestañas con dulce inocencia. El Profeta y Corazón de bruja tendrían mucho material para los próximos días.

—No fastidies —le susurró Astoria como advertencia.

Draco nunca había tenido amigos cercanos, siempre había algo que lo mantenía lejos de sus compañeros de casa. Sin embargo, Astoria se había ido transformando en su única confidente con el pasar de los días. No solo tenía buena disposición y un gran intelecto, toda su personalidad era agradable, era la mezcla perfecta entre ternura y maldad. Draco se preguntaba si, de no haberse convertido en mujer, habría conocido así de bien a la joven. Tal vez no, pero tarde o temprano se habría enamorado de ella, eso seguro.

Aquel hecho hacía aún más trágico lo que le había pasado por culpa de la maldición. Podría haber tenido a la chica de sus sueños y, en su lugar, había conseguido a un Gryffindor con complejo de héroe. Era obvio que había salido perdiendo.

—Me gustan —dijo el niño, fijando sus ojos en Astoria.

—Tranquilo, ella es mi amiga —aclaró, recordando lo obsesivo del niño—. No te robará a Potter.

—Juro por mi magia que no tengo ningún interés en Harry Potter —dijo solemne la bruja—. Lyra me contó del trato que tienen, puedo ayudar también.

El crío analizó sus opciones, escaneando con sus ojos verdes a la mujer.

Draco había descubierto que a Teddy le gustaba cambiar sus rasgos para parecerse tanto como fuera posible a Potter y así conseguir mimos y halagos. El estúpido y miope auror parecía inflarse de orgullo cuando veía el cabello negro y los ojos verdes, sin darse cuenta que el crío lo hacía por su lógica enfermiza.

Contrato matrimonialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora