Capítulo 6: Noche de bodas

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¡Hewwo!
La verdad es que el capítulo lo tenía escrito, pero era muy largo. Sigue siendo muy largo, pero me gustó como quedó, por lo que decidí publicarlo uwu
Como estoy saturada con mis estudios, no sé cuándo publicaré el siguiente capítulo, lo siento desde ya.
¡Drisfruten la lectura!

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Durante los meses siguientes, Draco se esforzó en seguir ganándose a Teddy y en llevarse bien con Potter.

Lo primero había ido bien hasta que el mocoso se había enterado del matrimonio. Por suerte, Draco se había preparado para ello y había usado todas sus tácticas de persuasión para convencer al niño de que era su mejor opción para mantener lejos a todas las brujas cazafortunas, repitiéndole que no tenía interés en el auror. Había ayudado que él y Potter se la pasaran peleando. Al final, Teddy había terminado por aceptar la relación, aunque se había puesto exigente y chantajeaba a Draco con todo lo que podía.

Draco aún se sorprendía que todos vieran a una inocente ovejita cuando era claro que el mocoso era un zorro astuto.

Por otro lado, las cosas con Potter no habían sido tan fáciles. Un par de veces habían tenido grandes discusiones, pero el Slytherin siempre se rendía cuando estaban cerca de una ruptura. Así que el compromiso se había mantenido, a costa del orgullo de Draco. La relación entre ambos no había avanzado mucho más, aunque sí se volvieron a repetir situaciones donde una de las bocas estaba en el sexo del otro.

Draco había descubierto que Potter era un puberto que ante la mínima provocación se calentaba. También que era una persona violenta y agresiva que en vez de darle un puñetazo lo acorralaba contra una pared y llenaba su piel con notorias marcas. Por ello era que varias de sus discusiones habían terminado con ambos enrollándose. De todas formas, El Slytherin se había negado a ir más allá del sexo oral. Si el auror se llegaba a frotar contra él o le quitaba demasiada ropa, Draco se ponía histérico y huía. El Gryffindor había empezado a tener cuidado de no ir tan rápido, aunque su calentura solía cegarlo.

Maldito imbécil hormonal.

—Algo nuevo, el vestido... Algo viejo, los aretes de mi madre... Algo prestado, el prendedor de la tía Andromeda... Algo azul... ¡Por Merlín! No tengo nada azul.

Draco murmuraba para sí, observándose en el espejo de cuerpo entero. Una muchacha rubia, vestida de blanco y elegantemente peinada le devolvía la mirada. Narcissa se había esforzado para que Lyra se viera perfecta y el narcisismo de Draco lo obligaba a mostrar una imagen digna de su apellido.

—Puedes llevar esto —mencionó Astoria.

La bruja se colocó detrás de él y le colocó alrededor del cuello una cadena de plata con un zafiro en forma de lágrima.

—Espero te lleves bien con Harry Potter, Draco —susurró ella, dejándole un corto beso en la mejilla.

El joven se giró y observó a su ex prometida, con toda la intención de quejarse. La bruja le dedicó una pequeña sonrisa, sus ojos brillaban por las lágrimas acumuladas. Draco no podía decirle nada si se mostraba así de emocionada frente a él.

—Gracias —respondió en su lugar.

—¿Dónde está Narcissa? —preguntó la joven, cambiando de tema y alejándose un poco.

—Creo que fue a buscar algo.

El silencio llenó la habitación. Draco volvió a mirarse en el espejo, buscando cualquier detalle que arruinara su atuendo perfecto.

—¿Puedo preguntar algo? —cuestionó ella con algo de timidez.

—Claro, habla con tranquilidad —Draco la observó a través del reflejo, sentada en una de las butacas.

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