⏳︎| 23. Dama

4.6K 513 261
                                    

Diga presente:


BAILAY VANDERY

—No —dije con fuerza.

—¿No? —Julia hizo una mueca divertida, como si mi osadía fuese un juego de niños para ella. Tal vez lo era, tal vez nunca podría vencer a esa mujer.

—No voy a firmarte nada —anuncié con más fuerza.

Su sonrisa creció, con dos pasos estuvo a mi lado, dobló su cuerpo para estar a la altura de mi ojos y habló despacio:

—No era una pregunta, Bailey Vandery. Firma la maldita hoja.

—No —repetí.

Su mano se levantó con una velocidad sobrehumano y tomó lo que pudo de mi cabello doblando mi rostro a su antojo, ocasionando que un alarido lastimero saliera de mí; estaba cansada de esa mujer, cansada de todo el daño que nos había hecho. Mi instinto me hizo levantar mi mano derecha y empuñar el lapicero y lanzarlo con toda la fuerza del mundo contra su rostro, protegió su ojo con rapidez pero no su mejilla, en donde empujé y empujé con toda la fuerza que logré conseguir queriendo hacerle tanto daño como ella se lo había ocasionado a mi familia y a mí. Aulló y se alejó, sosteniéndose la mejilla que goteaba sangre espesa y yo tomé ese momento para levantarme sobre mis pies temblorosos y correr hacia donde fuera, mientras fuera lejos de ella.

Corrí tanto como me lo permitieron mis pies, pero fui detenido por los fuertes brazos de Greyane, quien había conseguido ropa en algún momento, sus ojos me traspasaban como lava. Lo odié, lo odié tanto que emití un ruido estrangulado y partido, muerta de miedo, de terror, y con ganas de vengarme de la peor forma posible.

—¿A dónde crees que vas, Bailey Vandery?

—Siempre pensé que eras una escoria, ¿sabes? —dije entre dientes, sin dejar de moverme queriendo forzarme de su brazo de hierro —. Siempre supe que eras una rata asquerosa, vendiendo sustancias ilícitas en Kindom y llevando a muchos débiles al infierno, porque era demasiado grande para ti solo, te vi maltratar chicas y golpear chicos; pero nunca pensé que fueses un maldito cobarde, Greyane, nunca pensé que fueses la puta y el esclavo de alguien.

El estruendo resonó en la sala cuando su mano impactó contra mi rostro tirándome al suelo, me sostuve el lado de la cara en donde había caído su mano y sollocé en medio de una sonrisa quebrantada, pues no importaba que tanto quisieran golpearme, ningún hijo de perra iba a quebrantarme por dentro, no a menos de forma consciente.

—Cállate la maldita boca.

—¡Cobarde de mierda! ¡Inservible, parasito manipulado!

—¡Tú no entiendes nada!

—¡¿No entiendo nada, eh?! ¿Por qué eres el único sufrido, Greyane? ¿Adivina qué? ¡No lo eres, maldición! ¡No fuiste el único con figuras faltantes, padres de mierda y una sociedad corrompida dándole latigazos en la espalda diciéndole como actuar y hablar! ¡Aún así buscaste consuelo en el diablo! ¡Tragaste cada migaja, cada tonta muestra de atención y la convertiste en esperanza! ¡En tu todo! ¡No le llames amor y calidad a algo que sabe a infierno!

—Nunca debiste nacer, Bailey Vandery —dijo en voz baja, asechándome como león y tomó mi mano izquierda para intentar levantarme, quise golpearlo y negarme, sin embargo todo lo que conseguí fue que girara mi mano en un angulo extraño y que huesos sonaran tronando y un dolor espantoso se apoderara de mí —. Esto es por haberme utilizado como tu peón una vez, no juegues con las bestias a menos que sepas morder —su agarre se apretó y otro grito me rompió la garganta —, eres de esos que se creen los protagonistas y creen que eso les da el poder de utilizar a todo el mundo, sin embargo la realidad no es tan fácil, Bailey. En la realidad, todo se paga, sangre con sangre.

El rey de las mentiras I  | [Trono Envenenado I ] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora