Después de un terrible incendio que casi consume el hogar de Félix, su vida finalmente ha vuelto a la normalidad, excepto... que no tiene recuerdos. Un amnésico, no puede recordar mucho más de su propio nombre y el café en el que trabaja. Un día su...
En cuanto Hyunjin salió del elevador, se topó con su hermana menor, Hwang Yeji, quien lo observó con extrañeza mientras sostenía un paraguas en la mano.
—¿A dónde vas? —preguntó, cruzándose de brazos y evaluándolo de pies a cabeza. Su respiración agitada, la camisa mal abrochada y su postura, listo para salir corriendo, no dejaban lugar a dudas de su apuro.
—Afuera —respondió con prisa.
—Está lloviendo —suspiró Yeji, resignada. Sin decir más, le extendió el paraguas—. Toma, llévate esto.
—Lo haré. Gracias —Hyunjin tomó el paraguas con una sonrisa agradecida. Antes de partir, besó la frente de su hermana—. Ve a dormir, volveré pronto.
Y sin más, salió corriendo, dejando a Yeji parada en el pasillo, con una mezcla de preocupación y curiosidad pintada en su rostro.
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No me había percatado de la lluvia hasta ahora, cuando mis lágrimas se mezclaban con las gotas que caían del cielo. Era imposible distinguir una de la otra. La pantalla del teléfono, iluminada tenuemente, era lo único que brillaba a mi alrededor, un contraste solitario en la penumbra.
Mi mente era un caos. No podía pensar con claridad.
Alcé la cabeza hacia el cielo, cerrando los ojos mientras dejaba que la lluvia empapara cada rincón de mi ser, como si pudiera lavar mis miedos y preocupaciones. Sentía el peso de mis pensamientos intentando ser arrastrados con cada gota que recorría mi rostro.
El zumbido insistente del teléfono se detuvo de pronto, atrayendo mi atención. Miré de reojo la pantalla. Hyunjin había llamado cinco veces.
Un dolor punzante se instaló en mi cabeza, como si estuviera a punto de estallar. Llevé una mano a mi frente, intentando calmarlo, pero mi cuerpo, cada vez más débil, amenazaba con derrumbarse de nuevo.
No, no puedo rendirme ahora.
"Contrólate", me dije con firmeza, aunque mi voz interior temblaba.
Tengo que encontrar a Hyunjin.
"Si puedo... recordar..." pensé, aferrándome a su imagen, a su dolor, a todo lo que había soportado por mi culpa. El peso de mi egoísmo me aplastaba, pero una voz en mi interior susurraba algo distinto: "Entonces... llámame."
Con manos temblorosas, me incliné hacia el suelo para recoger el teléfono, roto y empapado. Cada movimiento parecía arrancar las pocas fuerzas que me quedaban. Mi cuerpo protestaba con un temblor constante, obligándome a quedarme en esa posición por un momento.
Respiré hondo, intentando reunir la energía suficiente para levantarme, mientras la lluvia seguía cayendo, fría y persistente, envolviéndome en un manto de realidad del que no podía escapar.
