Capitulo 2

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Así que solo asintió, aunque sus ojos seguian llorosos tenía una esperanza de que lo dejara ir. --- Enserio amo tus ojos... espera.
Julian vio como Enzo se dirigia a un estante, en ese momento se dio cuenta de que estaba en una especie de cuarto blanco y limpio; y tuvo la urgencia de salir de ahí, porque si no lo hacía, tenía un presentimiento de que podía pasar algo muy malo.
Se retorció pero las cuerdas eran bastantes fuertes, hizo un sonido de angustia, deseperado y frustado
--Si haces eso te vas a lastimarte--
dijo Enzo, desde ese estante, donde se escuchaban frascos de vidrio chocar y algunas cajas de medicinas  ---Oh, aquí está.
Se acercó a Julian y se miraron unos segundos mutuamente. Julian miró el brillo radiante de los ojos de su raptor y supo que no era bueno en absoluto.
  Enzo se sentó en el regazo de Julian
y le jaló el pelo con fuerza, haciendo que mirara hacia arriba.
Sólo dolerá un poquito — con su dedo índice y pulgar, abrió el ojo izquierdo de Julian, quien intentó cerrarlo por instinto, aunque no lo logró; lo único que podía ver era la borrosa cara de Enzo, quien, con su mano libre, vertió unas pocas gotas de uno de los frascos de vidrio de los estantes. Y el dolor comenzó.
Sentía arder su pobre ojo, gritó como pudo, la desesperación era bastante. Un dolor punzante desde el centro de sus pupilas hasta invadirlo todo. Lagrimas caían desde su ojo, y cuando
llegaron a su boca, entrando como pudieron, notó que no sólo era el característico sabor de las lágrimas saladas, sino que tenían otra cosa: sangre. ¡Su ojo estaba sangrando! Gritó, gritó como pudo pero se ahogaba, el terror lo invadía, quería golpear a Enzo, quién seguía sentado en él como si nada, mirándolo complacido. Abrió su ojo herido, sintió el ardor otra vez y parpadeó, no podía ver nada. Parpadeó más veces, pero no se quitaba, podía sentir sus lágrimas caer y sabía que su ojo estaba abierto, pero no podía ver nada, siguió gritando.

- Decidí que no te sacaré los ojos, son muy bonitos - explicó Enzo, mientras Julian gritaba dentro de su boca "ayuda, ayuda".
Fernandez repitió la acción, con el ojo sano que le quedaba a Julian, quién a pesar de sus esfuerzos por resistirse, no pudo evitar que el propósito del secuestrador se cumpliera. El dolor, las lágrimas con sangre y el ardor y la oscuridad.

I can't decide | Julienzo | ?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora