"las promesas estan llenas de mentiras"
Las promesas son peores
que mentiras. No
solo hazles creer,
tú tambien hazlos
tener esperanza.
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"¿ESTO ES TODO?" Adelaine preguntó tan pronto como salió del carruaje, sosteniendo su vestido en su pequeña mano para no tropezar. El hombre las ayudó con sus maletas antes de que su hermana le pagara con unas cuantas monedas y él comenzara su camino de regreso a la estación. Samantha se paró a su lado, con las manos en las caderas mientras miraba fijamente el edificio frente a ella.
"Esta es una agradable sorpresa". Una pequeña sonrisa fantasmeaba sus labios antes de girar la cabeza para enfrentarse a su hermana confundida, que estaba frunciendo el ceño sin quitar los ojos de la casa frente a ellos. "¿Te gusta?"
"Es más grande de lo que esperaba". Y que lo era. Frente a ellos había una enorme casa de color crema, con lo que parecían dos pisos y una entrada muy elegante. Tenía enormes ventanas y un hermoso patio en la parte trasera con flores que parecían rosas. Decir que era grande no era suficiente descripción para ello. "¿Éramos ricos o algo así y nunca nos lo dijeron o nuestros padres robaron un banco antes de morir?" Las palabras salieron de la boca de Adelaine antes de que pudiera detenerse, lo que provocó que Sam la reprendiera con una mirada. Si había algo que quería decir al respecto, lo ignoró, caminando con confianza hacia lo que ahora era su nueva casa.
"¡Entra antes de arruinar la magia!" Gritó, mientras aceleraba sus pasos y comenzó a correr hacia la puerta principal.
"¿Qué magia?" Adelaine gritó antes de empezar a seguir rápidamente a su hermana con un gemido. Cuánto odiaba correr.
Si la casa era hermosa por fuera, Adelaine pensó que parecía un palacio por dentro. Nunca antes había visto un lugar tan hermoso, y fue una gran mejora con respecto a su antiguo y polvoriento apartamento en la ciudad. Los muebles oscuros complementaban el suelo claro y las paredes en crema a la perfección y las decoraciones coloridas que estaban por todas partes le dieron a la habitación el toque final. Una idea loca pasó por su mente y se le escapó de la boca antes de que pudiera pensarlo.
"¿Podemos tener un perro?" Samantha se dio la vuelta para mirarla como si tuviera tres ojos en la cabeza.
"¿Qué?!" Ella exclamó.
"¡Un perro!" Samantha sacudió la cabeza con energía. "¡Por favor, Sam! ¡Tenemos una casa grande con mucho lugar para que él corra! ¡Es la oportunidad perfecta!" Ella rogó, casi tirándose al suelo.
"Por supuesto que no, ¡apenas puedo cuidarte y quieres adoptar un perro! ¿Qué tan ridículo es eso?" Ella cuestionó.
"¡Pero yo cuidaré de él! Lo guiaré por la ciudad y le daré de comer y..."
