血─── Capítulo 3.❞

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Capítulo tres: Dudas teñidas de ira

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Capítulo tres: Dudas teñidas de ira.

...•Habitación de Kyoko Kirigiri.

Los ojos me pesaban, me revolví en la cama, viendo la luz anaranjada entrando por mi ventana. Alcancé mi móvil de la mesilla y miré la hora, había dormido hasta pasada la tarde. De haber estado activa como detective me hubiera venido abajo, y aún me molestaba en parte haber despertado tan tarde, pero tampoco es como si tuviera mucho más que hacer.

Me hice una coleta rápida con poco esfuerzo y me levanté, hice un par estiramientos y luego me dirigí hacia la ducha. Mi reflejo en el espejo lucía cansado y a pesar de haber el día que más he dormido esta semana seguía teniendo una apariencia de no haber dormido en absoluto. Podía ver la desesperanza en mi cara, el agobio y el estrés me carcomían por dentro y estaba empezando a mostrarse también en el exterior.

Salí del baño en dirección a mi habitación, tomando asiento en el suelo junto a la ventana. Mi cuaderno aún estaba abierto sobre la pequeña mesa plegable, mi pluma morada descansaba sobre las hojas garabateadas, mi nombre bordado en color plata brillaba con la luz. Dediqué unos minutos a releer los garabatos de la noche pasada antes de cerrar el diario. Alcancé los guantes que reposaban sobre la mesita, suspiré mientras tapaba mis manos quemadas con ellos, aún me resultaba doloroso pensar en ello, por lo que devolví mi mirada hacia el exterior.  La ciudad comenzaba a verse inundada por la oscuridad, apoyé ligeramente mis manos sobre el cristal empañado, el exterior parecía terriblemente frío. No puedo evitar preguntarme qué clase de secretos oscuros y tenebrosos se ocultan tan solo un par de pisos más abajo.

Me levanté, cambiándome a un atuendo formal, como básicamente cualquier atuendo que llevaba normalmente. Agarré mi chaqueta, guardando mi teléfono en uno de los bolsillos para luego encaminarme hacia el exterior de mi habitación. El pasillo estaba completamente iluminado, pero estaba vacío, mis suaves pasos apenas eran audibles, respiré profundamente, había un olor a flores constante por todo el edificio. Al entrar al ascensor me coloqué cerca de la puerta, evitando a las otras personas que había en él, tenían aspecto de empresarios y por su actitud seguramente estarían o bien iniciando la jornada o terminándola. El ascensor se detuvo y no pude evitar centrarme en el letrero colgado en la pared de enfrente "Cafetería", decidí avanzar junto a la multitud en dirección a la cafetería.

Para mi sorpresa, el lugar estaba bastante lleno de gente, esparcidos hablando unos con otros, leyendo, trabajando o simplemente pasando el rato mientras tomaban café. Un camarero se acercó con rapidez a mi y me ofreció tomar asiento en cualquier lugar que deseara. Tomé asiento cerca de los ventanales, en una mesa relativamente apartada de las demás, el hombre tomó mi orden y se marchó con rapidez. Tras unos minutos regresó con una taza de café amargo y un sandwich, lo acepté con gratitud, mi cuerpo estaba acostumbrado a comidas de tamaño de medio a pequeño, y el café era casi indispensable en mi rutina, su sabor amargo mezclado con el ambiente de la noche era algo a lo que con el tiempo le había agarrado cariño.

𝐋𝐚𝐳𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐬𝐚𝐧𝐠𝐫𝐞.[𝐊𝐲𝐨𝐤𝐨 𝐤𝐢𝐫𝐢𝐠𝐢𝐫𝐢]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora