Admiró la revista que Hinata tenía entre sus manos, todos los vestidos eran sumamente hermosos que no podía escoger, sin duda cualquiera, hasta el menos lindo, luciría como si fuera el mejor diseño si Hinata lo usaba.
Hinata no solía estar cómoda en esas situaciones pero está vez era la excepción, estaba más que feliz, su cita con su posible prometido, Chougi Aquimichi, había sido cancelada, el vizconde había insistido en no querer que su hijo formará parte de su familia, no lo había entendido hasta que tuvo la inesperada visita de su primo.
—¿T-tú lo hiciste?— preguntó sorprendida en cuanto Neji lo confesó, quien solo se limitó a rodar los ojos, había dicho que sí y aún así Hinata volvía a preguntar—. ¿P-pero cómo?— Neji se limitó a sonreír con egoísmo, y por un momento había apartado la mirada para dirigirla a su lado, había sido menos de un segundo pero la curiosidad la invadió, ¿acaso aquella mirada había sido...para Tenten?
—Eso ya no es de tu incumbencia Hinata, solo agradece que estoy cumpliendo con mi parte del trato.
El Hyuga era bueno para los negocios, hacía tiempo que había adquirido una gran cantidad de insumos a escondidas de su tío, insumos que el vizconde Akimichi requería para su pequeña tierra, algo que había usado como amenaza para hacerlo ceder ante la crisis que ya venía arrastrando, un matrimonio con Hinata era bueno, pero nada garantizaba que fuera aceptado aún, y tiempo era lo que no tenía, así que había tenido que ceder.
En aquel momento había mirado a Tenten, hacía días que había estado en su oficina y habían conversado, verla era un respiro para su ajetreada vida. Pensó que la castaña lo miraría con reproche por lo duro que era con las palabras que le dirigía a Hinata, pero en su lugar, tuvo que reprimir una sonrisa en cuanto la miró, ella parecía estar satisfecha con la noticia y le sonreía cálidamente, y fue que de nuevo sintió aquella sensación incómoda pero no molesta en el pecho, ¿que estaba ocurriendo?, por lo menos este era agradable, no como aquel que lo llenó de enojo por Lee cuando ambos hablaban sobre aquel estúpido festival, fue así que cualquier sonrisa reprimida desapareció.
—Oh, mi señorita...— instintivamente Tenten había detenido a Hinata en una página, el vestido era bellísimo, resaltando un color rojo tan intenso como el de una rosa que definitivamente atraería la atención de todos, pero...miró a Hinata, aunque aquel color era llamativo, el azul iba mejor con su piel pálida.
Hinata observó la pieza con detalle, como dió a entender Tenten, era de los más hermosos de aquel catálogo, pero observó el gesto de negación en Tenten, al parecer pensaban lo mismo, no le iba bien el rojo, en realidad, era un color que iba mejor en...
Hinata se limitó en dar vuelta a la página una y otra vez hasta que Tenten volvió a detenerla, aunque ella ya lo había hecho también, ambas se miraron y sonrieron cómplices, sí, aquel era el indicado.
Hinata sonrió a la modista, una de las mejores del imperio y que solo vestía a nobles que ya tenían convenios con ella como Ino o Sakura, era sumamente difícil obtener una cita. Hasta en eso Neji era grandioso, no entendía cómo había logrado que la famosa Haku diseñara algo especialmente para ella. Dejó de dar más vueltas al asunto y se dirigió a dónde la ayudante de la modista pidió para tomar sus medidas.
Tenten miró con pena a la mujer, era muy bonita pero la sonrisa torcida en su rostro era evidencia de que no estaba cómoda ahí, se preguntó con qué la había amenazado Neji, como a todos. Suspiró, si su amo iba a hacer ese tipo de desastres no tenía más remedio que intentar limpiarlo aunque sea un poco.
—Señorita Haku, ¿desea beber algo en especial mientras espera a la princesa?— preguntó Tenten con la voz más dulce y la sonrisa más cálida que tenía, algo que pareció funcionar ya que los brazos de Haku se relajaron. Tenten la miró con un poco de curiosidad al notar que sus brazos y espalda eran un poco más anchos que los una mujer común, pero no presto más atención, no era asunto suyo.

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Mi Hermosa Doncella
FanfictionEl jardín se extendía entre sus pies y vestido blanco como un manto, era hermoso, y solo era para ella. El aroma delicioso de los lirios inundaba su fosas nasales, se sentía en el paraíso, no, estaba viviendo en el paraíso. La felicidad la inundaba...