—"M-mi padre...p-pronto vendrá la primera propuesta de matrimonio".— fue lo que dijo Hinata cuando regresó de su encuentro con Neji y la encontró hincada en el suelo con lágrimas callendo a mares de sus ojos y que no paró hasta quedarse dormida. Esas debían ser la noticias que Sai había llevado a Hinata y Neji parecía saberlo desde antes.
Respiró profundamente, los distintos aromas que desprendía la pequeña ciudad siempre solían hacerla feliz, el pan recién salido del horno, las flores del parque, la comida que vendían en los pequeños restaurantes, estos aromas que antes la fastidiaban por no poder alcanzarlos, pero que ahora que tenía la oportunidad trataba de compartir con quiénes no podían.
Una paz y tranquilidad la inundó al ver a las personas caminar mientras conversaban, las risas de los niños jugando sin pensar en nada más que divertirse, era tan placentero. Estaba en un momento de relajación del cuál no quería salir, no quería pensar en nada más que en el ahora, las últimas semanas habían sido tan turbulentas que no había podido estar más que preocupada, había entregado su vida, y aunque no se arrepentía, no podía negar que un sentimiento de miedo la perturbaba. Las noches habían sido difíciles, no podía conciliar el sueño debidamente, esperaba que todo saliera bien y al final ser libre de nuevo, pero sabía que eso no podría ser. Una sonrisa melancólica se asomó entre sus labios, había entregado su propia felicidad pero estaba bien, ver que su mejor amiga era feliz en su lugar era la medicina que necesitaba para saber que había hecho bien, sí, así debía ser.
Hinata no sospechaba nada, y menos lo haría ahora por la preocupación que la perturbaba. Pensaba que si Neji llamaba a su doncella era por la relación cercana que tenían y porque Tenten era la encargada de todo en su cuidado, estaba confiando ciegamente en ambos, en Tenten siempre lo hacía, y en Neji no tenía más opción que hacerlo.
Suspiró cansada agitando la cabeza, no era momento para pensar en eso, así que un poco más animada, contó las monedas que llevaba, tenía lo suficiente para poder comprar una buena ración de alimentos para el albergue, por lo que ansiosa ingresó al mercado en busca de las mejores frutas, verduras y carne para preparar ese día.
Algunos de los vendedores la reconocieron de inmediato, acercándose rápidamente a ella, sabían que si lograban venderle sus productos lograrían tener una buena ganancia.—¡Florecita!...— una voz llamándola la sorprendió, tirando la manzana que tenía entre las manos.
No era difícil saber quién era, la única persona que la llamaba así era Lee. Solo habían pasado unos días y aún así todos en la mansión sabían de aquel apodo, lo que aumentó aún más el rechazo por parte de los demás sirvientes.
Suspiró y volteó encontrándose con sus grandes ojos negros mirándola con su gran sonrisa.
Pensó por un momento, Lee siempre estaba a lado de Neji, casi nunca se separaba de él, ni siquiera tenía un día libre como ella porque el Hyuga no se lo permitía, así que si Lee estaba ahí significaba que...rápidamente miró a su alrededor en busca de su joven amo, pero no pareció encontrar nada de esos ojos plateados destellantes por lo que pudo respirar aliviada.
—Oh, si buscas al joven amo está detrás de tí.
Tenten casi se ahoga con su propia saliva mientras Lee parecía divertido por la situación, ganas no le faltaron de borrarle esa sonrisa con su puño. Pero eso no era lo importante ahora, miró a sus espaldas lentamente y fue ahí que se encontró con un par de ojos del mismo color que los de ella, ¿dónde había quedado esa mirada como la luna?. Además, su ropa no era tan elegante y llamativa cómo la que usaba comúnmente, solo era normal. Y finalmente ese cabello perfecto estaba recogido en una coleta alta que nunca le había visto, sin mencionar que rastros de maquillaje ocultaban sus facciones haciéndolo parecer otra persona, seguía siendo atractivo pero no destellaba como su belleza original. Ahora entendía porque no lo había encontrado al principio.
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Mi Hermosa Doncella
FanfictionEl jardín se extendía entre sus pies y vestido blanco como un manto, era hermoso, y solo era para ella. El aroma delicioso de los lirios inundaba su fosas nasales, se sentía en el paraíso, no, estaba viviendo en el paraíso. La felicidad la inundaba...