PERDIDO Y ENCONTRADO

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Habían pasado varias semanas desde el inicio de clases en Hogwarts, durante ese tiempo Susan se dedicó a hacer nuevos amigos de las demás casas, así como investigar más sobre su relación con Ranronk y él porqué Rodwood la quería llevar ante él. También había compartido algunas aventuras con Sebastian en la biblioteca en la sección prohibida y con Naty buscando pruebas contra Harlow en donde pudo liberar a su más reciente amiga Highwing una hipogrifo de un color blanco nevado que le presento Poppy y otro hipogrifo de color negro grisaseo al cual nombró Gálico. Durante ese tiempo Susan evitó a toda costa involucrar a Ominis en todo ese asunto, pero el chico era bastante astuto y sabía que algo no encajaba en cada escusa que ella le daba, incluso cuando Sebastian y ella le dijeron que habían entrado a la biblioteca para seguir buscando una cura para Anne.

Ese día no había sido la excepción, Susan le había vuelto a mentir a Ominis cuando este le pidió ayuda con una cosa diciéndole que necesitaba realizar una tarea extra para encantamientos, así que Susan salió corriendo del gran comedor dejando a Ominis de pie junto a la puerta con una expresión de decepción. Susan sabía que lo que hizo lastimó a su amigo de alguna forma, pues ella no había sido tan cortante con él en las demás ocasiones, pero sabía que el profesor Fig estaba de vuelta y tenía que verlo para contarle de la cámara de los mapas y que necesitaba el libro que encontró en la sección prohibida con ayuda de Sebastian, luegobuscaria la forma de compenzar a Ominis por su compartamiento grocero con él.

Después de que Susan dejara solo a Ominis, él decidió ir tras de ella para saber en que andaba metida, pues esa reacción no era normal en ella y había escuchado rumores de su encuentro con los furtivos y Harlow. --"¡Esta niña cree que además de ciego soy tonto!"-- refunfuñaba siguiendo el rastro de la chica con ayuda de su varita --"¿enserio piensa que me voy a creer ese cuento?, cuando ya lo ha utilizado anteriormente"-- Ominis seguía caminando, pensando en todo lo que había ocurrido en ese lapso de tiempo y todas las inconsistencias que había en las historias que le contaban Susan y Sebastian cuando hablaban con él.

Por su mente pasaba cada palabra dicha por sus amigos y también los rumores de las actividades clandestinas de su amiga y cómo no parecían tener sentido alguno, ¿qué le estaban ocultando?, ¿acaso la habían vuelto a amenazar? y ¿por eso ella procuraba alejarse de él?, pero no de Sebastian o ¿es que estaba pasando algo entre ella y Sebastian?, se preguntaba una y otra vez hasta que se topó con el profesor Ronen en el salón de encantamientos --"joven Gaunt, buenas tardes, ¿que se le ofrece?"-- le preguntó el profesor con su tono juguetón habitual --"buenas tardes profesor, buscó a Susan me dijo que estaría realizando una tarea extra de su materia y pensé que podría estar aquí"-- le explicó al profesor que lo escuchaba perplejo ante lo que decía --"lo siento joven, pero la señorita Moon no se encuentra aquí"-- dijo con un tono más serió de lo acostumbrado en su voz --"gracias profesor, supongo que decidió realizar la tarea en otro lado, no lo interrumpo más"-- le dijo Ominis al profesor todavía con serenidad en la voz --"no es molestia joven, pero yo no le he dejado tarea extra a la señorita durante esta semana, que tenga excelente tarde"-- se retiró el profesor Ronen del salón.

--"¡Aaaah!, me volvió a mentir en la cara"-- salió molesto del salón de encantamientos en busca de Sebastian quien posiblemente supiera los planes de Susan. Comenzó a caminar en dirección de la bóveda que es donde se reunían habitualmente después de comer. Ominis seguía caminando, escuchando las voces de los alumnos a su alrededor sintiendo como las palabras golpeaban sus oídos como las olas del mar a las rocas, el sonido aumentaba a cada instante hasta que llegó a un nivel tan alto que se convirtió en ruido ensordecedor a su alrededor, en un momento logró desorientarlo evitando poder distinguir en qué dirección iba ni donde había estado. Sentía que su cabeza giraba y en ella se agolpaban cientos y cientos de recuerdos junto con temores que tenía reprimidos, de pronto se sintió como el niño temeroso de once años que recién había llegado al castillo y no sabía hacia donde ir ni a quien le podía pedir ayuda ya que los niños con los que llegó por primera vez al castillo no habian sido buenos con el a causa de su ceguera, a excepción de uno, siguió caminando con su varita como guía con una mano pegada al muro de piedra para usarlo de soporte para no caer por las escaleras. Caminó por bastante tiempo bajando escalon por escalon, cruzándose repentinamente con alumnos que lo miraban con rareza y en ocasiones con desdén por el simple hecho de no poder ver.

El Legado De SlitherynDonde viven las historias. Descúbrelo ahora