CAPÍTULO 11

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-Buenas tardes, yo soy Alex y tendré el honor de servirles hoy, por favor ¿que desean?- hablo amable el mesero entregandonos el menú.

-me da unos crepes bretones.- pedí mientras voltea a verla para saber que pediría ella.

- a mi me da por favor la quiche Lorraine.- respondió amable ella ladrando la cabeza hacia el mesero para verlo.

-vuelvo en unos minutos.- nos dice el mesero, yo volteo a ver su rostro detalladamente, su piel parece de porcelana, sus rasgos están bien definidos pero no tanto, es mas ovalado, tiene un lunar rosa en el labio inferior entre la piel de los labios y la piel del rostro, sus labios son carnosos pero no exageradamente, se ve suave y rosado; un rosado fuerte pero natural, sus pestañas son largas y risadas hasta parecen falsas pero si se observa bien no son plásticas, su cabello levemente desordenado cae por debajo del gorro, es blanco, voy a preguntar la razón. Ella se da cuenta que la observo por lo que voltea a verme con un leve sonrojo sobre sus mejillas, y por ese corto pero hermoso momento pude observar sus ojos por debajo de sus lentes; son de un tono azul, azul grisáceo, casi puro gris, no se si ella lo sintió pero yo si; en ese choque de miradas sentí, no se como explicarlo, un clic, como electricidad, como luz encendiendo se al vernos, como estar despierto pero dormido a la vez, como una chispa.

- ¿lo sintió? o ¿estoy más loca de lo que pensé?- pregunta rompiendo el silencio que se creó, suelto una pequeña risita ante el comentario, saber que ella lo sintió confirma mis sospechas, hay posibilidades de que acepte, o bueno, eso quiero creer.

- no eres la única que lo sintió, ¿raro, no?- pregunto con una sonrisa comprensiva.

- si, bastante- responde. Antes de yo responder, en mi campo de vista entró el mesero con nuestras órdenes, entregandonosla y se fue con un "disfruten".

Nos dedicamos comer en un silencio ni cómodo ni incómodo pero raro para ella por lo anterior supongo.

-¿en que piensas?-pregunté después de un prolongado tiempo de silencio entre los dos.

-¿si comes por la boca y defecas por el trasero,- empieza, a lo que yo asiento a esa conjetura.-, entonces si comes por el trasero defecarias por la boca ?-me pregunta seriamente, la duda se le nota en el rostro, pero aun así no puedo evitar pensar que es raro es tema ¿quien habla sobre defecar mientras come?

-nose,- respondo sincero.- aunque es una pregunta interesante, ¿quien habla de defecación mientras come?- le pregunto, pues quiero saber que la llevó a ese pensamiento.

-cierto, perdón es que estamos comiendo, he visto cartman, y la duda me llego.- dice con una sonrisa apenada, pero aun así continuamos la conversación, no la misma, sino una conversación trivial y amena, como si no conosiecemos de toda la vida y acabasemos de reencontrarnos  de nuevo, simplemente perfecto.

(☆)

No supe como le hice pero aqui estoy; pagando 15 horas de renta sin interrupción de una pista de patinaje.

Solo recuerdo que estábamos Vega y yo riendo como niños en la calle después del almuerzo; y de la nada se nos ocurrió venir aquí. Por eso estoy pagando 15 horas ininterrumpibles en el local.

Entre risas entramos al lugar, nos colocamos previamente nuestros patines y los debidos accesorios de protección en caso de alguna caída.

-tengo algo que confesarte...-comunica mi luna con nerviosismo, ambos parados a pocos metros de la pista dejando sujetar nuestros cuerpos a unos asientos para no perder equilibrio.

- yo también...- le digo con nerviosismo en el mismo o quizá peor grado de nerviosismo que el de ella.

-nunca aprendí a patinar.- completó  apenada, yo solo la miro sorprendido, pues pensé que ella sabía, por que de ella la fue la idea de venir.

-yo tampoco.- concordando con ella respecto al tema.- entonces... ¿que hacemos?- le pregunto pues parece que fue en vano pagar las 15 horas, aunque la verdad no causó ningún problema en mis cuentas.

-no vamos a desaprovechar...- respondió con el ceño levemente fruncido.- vamos a aprender juntos.- dice con determinación en sus palabras. Con miedo asiento, ella toma mi mano entre las suyas, son suaves, como la ceda, cuidando no perder el equilibrio empezamos a desplazarnos hacia la pista.

Entre pequeños tartamudeos de miedo nos logramos equilibrar con los patines, con cuidado ella suelta mi mano, grave error por que al hacerlo pierdo el equilibrio que conseguí, tratando de agarrarme del aire, aleteo los brazos con fiereza antes de caer de trasero.

Con indignación en la mirada y dolor en mis pompas volteo a verla, trata inútilmente de ocultar una sonrisa burlona y aguantar las carcajadas.

-ríete si quieres.- digo con indignación pero se pierde al verla  sonreír tan hermosamente y soltar unas sonoras carcajadas.

Alrededor de unas 378 caídas; ya sea de espalda, trasero o cara, alfín logre patinar, torpe pero al menos ya no me caigo. Ella tuvo unas cuantas caídas pero no tantas como las mías, aprendió rápido.

Y aquí estamos ambos riendo dando vuelta tras vuelta en la pista, tomando un helado, mala idea pero bueno, nos dio antojo de helado, aunque mi estomago empieza a gruñir después de tantas vueltas, y a eso sumarle que estas comiendo algo, esta en modo reproche, Vega no está mejor, por lo que sencillamente nos tiramos boca arriba en la pista, jadeantes, sudorosos, con la cara embarrada de helado al intentar tomarlo en movimiento, pero ambos con una verdadera sonrisa en los labios.

Volteo a verla; su pecho sube y baja con rapidez por la agitación, perdió en gorro en algún punto de la carrera, por lo que su cabello brillaba a la vista, estaba despeinado; algunos mechones blancos  rebeldes cubrían su rostro, sus labios entreabiertos tratando en alcanzar la mayor cantidad de aire, sus ojos estaban perdidos en algún punto del techo sobre nosotros, pero aun así se notaba felicidad en ellos, giro su rostro hacia el mio, atrapandome en el acto de observarla, sus ojos siguen demostrando esa chispa cada vez que conectamos miradas, nos observamos por no se cuanto tiempo; sentía que había pasado horas y a la vez tan solo minutos, examino su rostro desde la punta de sus pestañas descendiendo hacia su nariz perfecta, hasta parece falsa, pero no me quedo ahí, continuo, para detenerme en sus labios, rosados y carnosos.

Realizó el amago de acercarme, aún con la mirada en sus labios, ella no se aparta, simplemente se queda quieta, observando cómo cada vez quedó más cerca de ella, hasta el punto en que  nuestras narices se rozan levemente, elevó la mirada buscando una mirada desaprobadora, alguna pista de lo que siente, pero lo que veo me sorprende, esta con los ojos entrecerrados como esperando el choque.

Tomó eso como un "Si" y acabo con el espacio entre nosotros fundiendonos  en un un beso, un beso medio torpe pero un beso; sus labios, sus labios son lo más delicioso que he probado, son suaves y deliciosos, como el algodón de azúcar, tiene un ligero sabor a chocolate por el helado.

El mejor beso de mi vida, me separo de ella con la mejor sensación que un ser vivo puede llegar a sentir en esta vida...

Mi AngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora