—¿Estás lista?— oí la voz de mi madre desde el otro lado de la puerta mientras me encontraba mirándome en el espejo intentando decidir si me gustaba el atuendo o no.
Era algo básico, no iba a ir muy producida, pero siempre me inundaba la sensación de que estaba mal vestida para la ocasión o no me convencía como lucía en mí. Y los comentarios de mi madre generalmente no ayudaban. Mi vestimenta para esta noche constaba de un jean clarito tiro bajo y ancho junto con una camiseta blanca al cuerpo que llegaba justo debajo del ombligo, pero no a la cadera, haciendo que se viera una pequeña franja de piel entre ambas prendas. En los pies opté por unas zapatillas blancas que de igual manera casi que no se verían debido a que el pantalón cubría la mayor parte de éstas.
—Sí, eso creo— respondí finalmente apartando mi mirada del espejo y abriendo la puerta para ver qué opinaba mi madre.
—Luces bien— opinó con una sonrisa—. ¿No vas a maquillarte?
—No, solo iremos a comer a lo de Ángela— me encogí de hombros.
—¿No quieres deslumbrar a Jack?— sonrió pícaramente— O a Evan, me perdí en esa historia— soltó una pequeña risa y alzó ambas cejas esperando una explicación.
—No quiero deslumbrar a nadie— hice énfasis en la palabra <deslumbrar> utilizada por mi mamá.
—¿Segura?— entrecerró los ojos con desconfianza.
—Bueno en realidad sí— admití finalmente lo que hizo que mi madre esbozara una sonrisa de oreja a oreja lista para oír de quien se trataba—, a Edward—dije en tono de broma mientras me mordía el labio inferior, refiriéndome al padre de los chicos.
—Oye, no te pases de lista que soy tu madre— me apuntó con su dedo índice a lo que solté una carcajada.
—Ya vamos— dije y me dirigí hacia la sala, esperando a que mi mamá viniera detrás mío.
En menos de cinco minutos nos encontrábamos en el auto yendo hacia la casa de los Scott. La música que pasaba por la radio era buena, iba cantándola a todo pulmón junto a mi mamá quien compartía varios de mis intereses musicales. Aquello era algo que me encantaba de la relación que tenía con mi mamá, era como mi amiga y era muy divertida. Aunque obvio teníamos nuestros choques madre-hija.
Finalmente llegamos. Mi madre aparcó el auto frente a la casa y luego nos bajamos. Tocamos timbre y esperamos un par de segundos a que Ángela saliera a abrirnos.
—¡Hola!, ¿qué tal?— dijo la señora mientras nos dejaba adentrarnos a su hogar. La saludamos y luego pasé esperando encontrarme a toda la familia allí, pero para mi sorpresa sólo Edward estaba sentado en el sofá; quien al vernos, se incorporó para saludarnos con una cálida sonrisa y un abrazo.
Recorrí el resto de la sala con la mirada y supuse que a lo mejor se encontraban en el comedor, ya acomodados en la mesa. Me di cuenta que no era así cuando Ángela volvió a hablar.
—Evan ha salido, no se cuando volverá— fue la frase que hizo que prestara atención a la charla que estaban teniendo de cuál no había rescatado nada hasta el momento, pero al oír aquel nombre sentí un escalofrío recorrer mi espina dorsal—. Le dije que viniera a tiempo pero asumo que su cita lo estará reteniendo— pronunció divertida.
<Cita>
—¿Evan tuvo otra cita?— oí la voz de Jack a mis espaldas, giré sobre mi eje para encontrarme al chico bajando por las escaleras con un rostro de confusión, que al verme se transformó en uno de alegría. Alzó ambas cejas y me sonrió para luego dirigir sus pasos hacia donde yo estaba— Hola, Olivia— rió tímidamente mientras escondía sus manos en los bolsillos de sus jeans negros.
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Olivia y los hermanos Scott
Teen FictionTe invito a leer sobre este laberíntico triángulo amoroso entre una joven y dos hermanos que son polos opuestos. ¿Con quién querrá ella quedarse? ¿Con el apuesto y romántico caballero de los sueños de cualquier mujer o con el rebelde y mujeriego fum...