Capítulo O7.

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Felix recordaba que, cuando era pequeñito y tenía sólo siete años, tuvo su primera subida de peso. Fue luego de invierno, uno especialmente frío, en el que casi no salió de casa para correr y subirse a los árboles, y se la pasaba acurrucado en un nidito que hizo sobre su cama, comiendo bellotas y aguacates y piñones y almendras, hasta sentir su estómago pesadito. Sólo comía, sin pensarlo dos veces, sin importarle si estaba un poco más gordito que antes.

Cuando llegó al colegio luego de esas vacaciones de Navidad, algunos niños se rieron de él y diciéndole que ahora era una pelota de fútbol. Esos niños eran tan pesados, ¡sólo porque eran carnívoros se creían con el derecho de tratarlo así!

Jeongin le dijo que no los tomara en cuenta, que ya se iban a aburrir.

No fue así, porque Felix sólo siguió ganando y ganando peso. Las burlas de esos niños le ponían de los nervios, y a veces llegaban a propasarse, empujándolo o haciéndole zancadillas o incluso pellizcándole el estómago, en especial cuando tenían clases de deporte y debía usar una playera más ajustada. Toda esa situación lo hacía llorar tanto, y llegaba también llorando a casa, y mamá, para consolarlo, le daba un aguacate o varias almendras, porque eran las favoritas de Felix, y sólo así lograba calmarse un poco.

Gracias a eso, el niño relacionó desde temprano que podía relajarse cuando comía algo, y dejó de controlar la forma en la que comía. Felix realmente intentó arreglarlo varias veces, pero era muy difícil, en especial cuando los niños de su curso le decían palabras feas y lo hacían llorar. Parecía que lo único que parecía calmar el dolorcito en su corazón era la comida, lo único que lograba hacerlo sentir un poco mejor era tener su boca llena de bellotas.

Sin embargo, cuando tenía trece años, fue que se dio cuenta de que quizás debería bajar de peso. A inicio del año escolar, en su primera clase de deportes, al profesor no se le ocurrió nada mejor que medirlos y pesarlos. Felix vio su número en la balanza y sintió el alma caer al suelo al notar todos los kilos que tenía encima.

Felix decidió que había llegado el momento de, quizás, controlar un poco eso.

Su familia y amigos lo animaron a bajar de peso y Felix empezó a hacer ejercicio, tratando de no desanimarse en ningún momento. Aunque también tuvo algunas recaídas en esos años, nunca más quiso ver ese número en la balanza.

Con diecisiete años, Felix todavía estaba con algo de sobrepeso, pero lejos de ese terrible número que lo hacía llorar tantas noches en su cuarto. Era muy difícil para él bajar de peso, porque debido a la ansiedad desarrollada, siempre que se sentía nervioso o muy mal, recurría a las comidas. Le costaba mucho seguir dietas por lo mismo, y el ejercicio era su principal recurso para mantenerse con un peso mucho más sano.

Pero eso no quitaba que seguía sintiendo asco por sí mismo, porque cuando veía su cuerpo, quería romper a llorar por lo feo que se observaba. Jeongin y Soobin siempre trataban de animarlo con que eso no era así, que su cuerpo era bonito y no asqueroso, pero Felix tenía esa idea muy metida en su mente. Sumado al hecho de que los alfas no se le acercaban por lo mismo, ni siquiera los alfas ardillas: todos lo miraban con desprecio por sus kilos demás.

Al menos, hasta que llegó Chan.

Felix estaba haciendo su ejercicio rutinario ese día, a la hora de almuerzo. Para tratar de regular un poco sus comidas, sólo almorzaba algo ligero y luego se iba al patio, junto a Jeongin y Soobin, hacía ejercicios en su forma de ardillita. Soobin seguía comiendo, sentado en el suelo, mientras Jeongin escarbaba en el suelo, haciendo una madriguera.

La pequeña ardillita estaba escalando el árbol más cercano, lentamente y tratando de no mirar hacia abajo. Era una completa desgracia ser una ardilla y tenerle miedo a las alturas, pero bueno, poco se le podía hacer.

Wild chipmunk ♡ chanlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora