Capítulo 22.

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―Chan, ¿prometes que no vas a dejarme?

―Claro que no, bebé. ¿Por qué te dejaría?

―No lo sé...

Chan suspiró y se arrodilló en el césped. Felix parecía muy afectado, con los ojos llorosos y un puchero en sus labios, que temblaba cada tanto. Se veía que estaba a punto de llorar, y eso le rompía demasiado el corazón al alfa. Odiaba tanto cuando su novio se ponía a sollozar, ya fuera por cualquier cosa.

―Te amo ―le dijo Chan, serio, y le dio un suave beso en la boca―, y quiero estar contigo para siempre, ¿bueno?

―¿Para siempre, siempre, siempre? ―insistió Felix, recibiendo más besos en sus labios. Eso, de alguna forma, le ayudaba a relajarse y pensar en otras cosas.

―Para siempre, siempre, siempre ―confirmó Chan, sacándole unas risas suaves al omega―. ¿Qué tal si después te quedas en mi casa, bebé? Sólo si quieres...

―¡Sí, me encantaría! ―chilló Felix, feliz―. Me gusta dormir contigo, ¡eres tan calientito! Y me gusta cuando ronroneas, Channie.

Chan sintió un poco de vergüenza ante sus palabras, como si las palabras de su novio le pusieran vulnerable. Él no era mucho de ronronear, pero no podía evitarlo cuando se trataba de Felix, además de que se dio cuenta de que era una forma de relajarlo.

Lo que más quería, en ese momento, era que no se preocupara de muchas cosas. Al día siguiente tenía su primera hora con su nueva psicóloga, que su mamá buscó para el muchacho, y Felix estuvo toda la semana muy nervioso. Felix quiso esquivarlo de mil formas, pero a fin de cuentas, Chan le insistió tanto que terminó aceptando ir a regañadientes. El alfa comprendía que fuera difícil, que le provocara muchos nervios y pánico a su pareja, y por eso mismo, estaba allí para apoyarlo.

―¡Lix! ―gritó Jeongin, apareciendo con la respiración agitada―. ¡Necesito que me escondas!

―¿Cómoooooooooooo?

Felix no tuvo tiempo para preguntarlo, porque Jeongin se convirtió en conejito y comenzó a luchar para meterse en su mochila. De paso, le sacó todos los cuadernos a pesar de sus quejas, y Felix le puso el cierre, amontonando lo que antes estuvo en el interior. Chan trataba de reprimir una sonrisa.

―¡Oigan, ustedes!

Se sobresaltaron al escuchar la indignada voz de Seungmin, que llegó con el ceño fruncido. Felix se puso de pie, recogiendo sus cosas y colgándose la mochila en el hombro.

―¿Por qué estás interrumpiendo mi sesión de besos con Lix? ―preguntó Chan, y el omega se coloreó de rojo.

―¡Hyung! ―chistó.

―Estoy buscando a Jeongin, ¡me debe algo! ―se quejó Seungmin, mirando a su alrededor―. ¿No lo han visto?

―No ―dijo Felix, agarrando la mano de Chan para ayudarlo a ponerse de pie―. Es decir, lo vimos pasar, pero desapareció entre los arbustos.

―Mmm ―Seungmin le miró con sospecha―. ¿Y por qué llevas tus cuadernos allí y no en tu mochila?

Felix abrió la boca, sin saber exactamente qué decir, pero Chan intervino.

―Es que le regalé un nuevo juguetito para que lo use cuando me extrañe, y no le cabía con las cosas dentro ―dijo el alfa, moviendo sus cejas de manera sugerente.

El rubor en el rostro de Felix empeoró, chillando por la indignación y golpeando en el brazo a Chan, que soltó unos quejidos. Seungmin rodó los ojos.

Wild chipmunk ♡ chanlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora