Capítulo 44

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Armonía

Lunes 23 de Mayo, Después de la propuesta

Christopher

Revolotea por toda la cocina con una enorme sonrisa en su rostro, intenta enseñarle a preparar algo a Reece.

Cuando despertamos esta mañana no paraba de sonreír y aún sigue igual, nos levantamos de la cama solo porque el hambre nos ganó —y es que después de toda la actividad física entre anoche, la madrugada y esta mañana— En cuanto vio a Reece en la cocina se fue a sus brazos.

Le mostró el anillo entre lágrimas y risas, Reece la abrazo tan fuerte a él que por un segundo temí que la rompiera, él ya lo sabía, no iba a hacer nada estúpido que entorpeciera el avance de estas tres semanas.

—Rachel se siente sola —eso fue lo que dijo.

Me jodió tanto que no me lo hubiera dicho —lleva casi dos meses sola— Siempre evadió el tema, siempre salió con excusas, pero me harté.

Esta vez no había amigas, ya casi no salía, cada vez se ocultaba más... Me cabreo conmigo por no haberme dado cuenta antes, pero ella está solucionándolo por su cuenta. Reece estaba furioso cuando le dije que algo iba mal.

Él me lo dijo, dijo que Rachel nada más dejaría una dependencia por otra y solo lo mande a la mierda sus palabras, hasta que todo explotó y yo no estuve aquí.

Ahora está intentando enseñarle a hacer una tostada francesa ¿Dónde aprendió ella? No tengo idea de quien se la enseñó, pero le quedan bien.

Veo cómo se ríe del Morgan mayor por fallar en el truco de querer voltear la tostada en el aire, los ojos le brillan y su boca no deja de sonreír, los cabellos rebeldes que se escapan de la coleta improvisada se le pegan al rostro y ella levanta la mano para apartárselo.

El anillo reluce en su mano izquierda y me atrapa viéndola —sonríe y viene hacia a mí con la tostada que hizo antes del desastre de Reece— Se inclina sin perder la sonrisa y el brillo en sus ojos.

Tengo dos meses con el maldito anillo «Dos putos meses» Cada vez que lo veía me ponía de mal humor porque me recordaba hace cuanto no la veía, hace cuanto no me comía su boca y hace cuanto no me follaba ese coño.

El maldito anillo me jodió la cabeza por meses, mucho antes del distanciamiento —«Mientras no vea un anillo en su mano tengo oportunidad»—. Reece siempre jodiéndome la existencia. No pude evitar sentir los malditos celos ardiéndome en la garganta. Cada vez que veía su mano se me pasaban escenarios en la mente en donde imbéciles se le acercaban, donde creían que tendrían una oportunidad con mi mujer. La última vez que la vi roce involuntariamente la zona y cuando la sensación de su dedo vacío me llenó de irritación supe que debía hacer algo al respecto.

Otros la querrán, no importa el lugar siempre la ven, siempre se roba las miradas y me hastía que otros quieran lo que es mío, como la gente voltea a verla al pasar me eleva el ego tanto como me llena de celos y las palabras de Reece solo plantearon escenarios en donde el anillo gritaba a quién le pertenece, luché tanto con las estúpidas escenas en donde me veía pidiéndoselo —mi mente jugando en mi contra—, En donde la veía más gustosa que nunca de demostrar lo que es y eso... Eso me llevó a comprar un maldito anillo más costoso que mi auto.

—¿Tiene hambre, coronel? O ¿Por qué me mira tanto? —me coquetea descarada acercándose a robarme un beso, su mano va a mi cuello y el frio del metal me llena de algo nuevo.

—Vigilo que no incendien la cocina —se ofende— La comida llega en unos minutos.

—Qué bien, porque Reece es el que está a punto de quemarla...

❤️💙🔥Chrischel🔥❤️💙Donde viven las historias. Descúbrelo ahora