Capítulo 37

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Inmarcesible

Diciembre 12, Sábado

Christopher

Veo a Zeus paseándose a los pies de Rachel mientras ella revuelve algo en una sarten. El perro no se despega de ella y la sigue a todo lados literalmente tengo que separarlo de ella para follar a mi mujer.

Ya van dos meses que está con ella, no pude llevármelo, en el momento que lo traje Rachel volvió a ser la misma de siempre igual que el can, que para los últimos seis meses a estado más arisco que nunca.

Marie me preguntó porque me lo llevé, pero solo le di repuestas vacías, a pesar de sus alegatos con decirle que pasará una temporada con Regina es más que suficiente.

Rachel lo cuida muy bien, cocina para él, lo pasea, lo baña ella misma. Se tomó en serio que Zeus se quedara con ella, comenzó a salir más y es que se venía limitando en ese aspecto.

En las mañanas sale a correr y lo lleva con ella, como cada vez que sale a recorrer un lugar o simplemente la playa.

No voy a hablar de toda la ridícula ropa que le a comprado y los disfraces, no puede creer que el perro que yo entre deje que le coloquen esas cosas por Dios.

Ahora mismo solo lleva una pañoleta azul, me gusta, se parece al de sus ojos. Si antes conservaba un resquicio de vergüenza al usar la tarjeta que le di, ahora es otra. No solo compra cosas para ella también para el perro, para mí y eso es ridículo, está loca si cree que me pondré esos disfraces.

A mi me gustan los disfraces, pero en ella, y de los sexys igual que los conjuntos de encaje y los vestidos atrevidos a la par con unos sexys tacones.

Mira en mi dirección y me pilla mirándole el trasero -sonríe- se agacha sin doblar las rodillas y me regala un vista del infierno en el que me gusta perderme, pone algo en el plato de Zeus, se levanta toma una bandeja con las cosas que estuvo preparando y camina hacia mí lugar.

-Te vi -acusa.

Deja la bandeja en la mesita de al frente y se sienta directo en mi regazo, estira un brazo y toma una fresa que unta en chocolate, se la lleva a la boca mordiendo un pedazo y me ofrece el resto. Me lo como, pero no aparto la vista de sus labios embarrados de chocolate.

Se pasa la lengua limpiándose un poco y se ayuda con los dedos que detengo cuando intenta chupar, me los llevo yo a la boca y ella se ríe. Joder yo queriendo follarla y ella riendo.

El perro dormido en la cama anoche y no se separo de ella está mañana, de verdad fue mala idea traerlo y por su bien espero que se le quite la pendejada con mi mujer porque no poder follarmela cuando quiera me cabrea y no la voy a cojer enfrente de Zeus.

Deja un pico en mis labios y se estira para tomar el tazón con fresas al que le echa el chocolate encima, toma una y me la acerca a la boca, la tomo con mis dientes y adentro las manos a su espalda por debajo del camisón de dormir que aún trae.

-Debes tomar un baño -me recuerda- Son las cuatro y aun seguimos con pijamas, coronel. Eso no es muy higiénico de nuestra parte.

Delineo el elástico de sus bragas -me encojo de hombros- Come una fresa y me mira esperando una respuesta, para lo que me importa seguir aún en pijama.

-Es sábado -solo digo.

Su cara pasa de confundida a divertida y por último a una de aversión.

-¿Y? Eres un cochino -se ríe.

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