Capítulo 9: Preparaciones

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Kate se había quedado en casa con Adrien para vigilarla, mientras todos los demás iban a comprar unas cosas a la ciudad.

Mientras, Adrien había llamado a una agencia reparadora de vidrios para que arreglaran la ventana del segundo piso lo antes posible. Tener esa ventana abierta, permitiendo que cualquiera se infiltrara en la casa no era seguro, en especial si Kate estaba siendo manipulada de alguna forma.

Luego de que los hombres que habían arreglado la ventana se fueran, Kate se quedó mirando la habitación con preocupación.

—¿Cómo vamos a evitar que vuelva a hacerlo?

Adrien no sabía que responder. Siendo sincero, todas las cosas que se le ocurrían eran crueldades. No podían amarrar a Kate a la cama como si fuera una clase de paciente peligroso de un hospital psiquiátrico.

Kate se giró a verlo.

—¿Qué estás pensando?

Adrien apretó sus labios y la miró algo acomplejado. No sabía si realmente debía darle una idea como la que pensaba.

Kate soltó un suspiro, agotada.

—Vamos, Adrien, lo que sea que estes pensado no será peor que el que me rompa la cabeza contra un vidrio otra vez —argumentó—. Y quizás, lo siguiente que me suceda, me mate.

—Está bien —accedió Adrien.

En parte, Kate tenía razón y Adrien no quería que le pasara algo más grave o que la terminara matando.

—Podríamos... podríamos amarrarte a la cama —dijo.

—¿Eso era todo? No era nada terrible —dijo Kate—. Y no suena mal. Si no me puedo levantar en la noche, no podré lastimarme.

—¿Y podrás dormir así? Digo, para que funcione, tendremos que hacer amarres fuertes, ni siquiera te vas a poder voltear o ir al baño —explicó Adrien.

—De todas maneras, no estaba durmiendo muy bien —respondió—. Estamos en una clase de guerra y estoy teniendo... lo que sea que tengo.

Kate se sentó en la cama de Chayna, la que estaba más cercana a la puerta de la habitación y Adrien la imitó.

Hubo un silencio un tanto incomodo, hasta que Adrien lo rompió.

—¿Te gusta ser bruja?

Kate lo miró con sorpresa. No se había imaginado que preguntaría algo como eso.

Iba a responder que sí, hasta su conciencia la detuvo. Quizás, con Adrien, un humano, podía sincerarse.

—No, no me gusta —respondió con seguridad—. Ser bruja me forzó a dejar mi país, a mi familia y mis costumbres. Mi vida en Londres era perfecta... tenía una familia funcional que me amaba, amigos humanos y soñaba con formar una vida ahí.

—Pero cuando esto acabe podrás volver a Londres.

—Sí y tendré que vivir con el miedo a que alguien sepa que soy bruja... quizás, mi familia ya ni siquiera me quiera cerca.

—Estamos en el siglo veintiuno —dijo Adrien—. Ya nadie va a quemar a una mujer en una hoguera porque hace magia.

—¿Y si es la hija de Satán? —preguntó Kate con curiosidad.

Adrien dudo un momento.

Kate soltó una risa triste.

—De eso hablo... si hay culturas y personas que tratan a las mujeres como objetos aun en el siglo veintiuno, no van a faltar los que crean que las brujas, por ser una creación de Satán, merecen morir y desaparecer de la Tierra por el bien de los demás —explicó Kate—. Si Anne Kedward no hubiera sido una ambiciosa de poder, ahora yo sería una humana común y corriente.

Las Brujas de Kedward: Discordia [LBK #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora