chapter 41

887 72 3
                                    

— ¡Park Chaeyoung! ¡Te juro que si no me llevas al hospital voy a tener a nuestro hijo en la cocina! — gritó Mina adoloridq por las contracciones.

— ¡Ya voy! — Rosé apareció por la puerta de la cocina con la pañalera en manos.

¿Cómo sucedió esto?

Meses antes, un día después del regreso de Lisa, después de que Rosé se enterara del embarazo de Mina por boca propia de su mejor amiga a quien creyó muerta por ocho largos años, ella emprendió un viaje a Gimpo, tenía que encontrar a Mina, tenia que hablar con ella, pedirle explicaciones, pedirle perdón, intentar estar con ella y su bebé.

Al llegar la ciudad y no saber donde vivía, fue al único lugar donde sabría que podría era con la hermana de su novia… no quería volverle a ver la cara a esa bruja, pero de ser necesario, lo haría. Entró al enorme edificio, sin pedirle a la secretaria que la anunciaran.

— Cuñadita ¿Y este milagro?

— Tal vez te suene rara la pregunta, pero… ¿Dónde está tu asistente?

— ¿Mina? Renunció.

— ¿Qué?

— Lo que oíste Roseanne, se fue hace dos días.

— ¿Sabes dónde vive? — la pelirroja se rió.

— ¿Crees que me interesa la vida de mis empleados? No.

Rosé iba a salir de ese lugar que la asfixiaba tanto, sobre todo la persona que era la
dueña de ese tormentoso lugar.

— Es muy probable que tú amante se haya ido de la ciudad.

— ¿Qué mierda dices?

— No pensé que tu amante era mi insignificante asistente, fuí tan ciega, pero tu teatrito
se acabó, me repugnas.

— Piensa lo que quieras Chaeyeon, tu opinión me la paso por mi arco del triunfo.

— Tú se iba a casar con mi hermana, pero no te preocupes, convencí a mis padres de que manden a Chaeryeong a Suiza, estoy cancelando todos los preparativos.

— Hija de puta — Rosé tiró las cosas del escritorio de la pelirroja. — Gracias por cancelar la boda, no hubiera podido jamás soportarte.

— ¡Largo de aquí!

— ¿Envidia Chae? Porque al menos yo tengo a alguien que me ama, en cambio tu eres
una pobre amargada, que, por tuspensamientos tan cerrados, nunca conocerás que es el
amor.

Sin decir más, salió de la oficina y le preguntó a la secretaria algún dato de Mina, ella fue tan amable al darle la dirección, tomó el papel y salió corriendo a buscarlo, cada vez faltaba menos para encontrar respuestas a sus preguntas.

— Buenas tardes, me informaron que aquí vive Miyoui Mina ¿En que numero de departamento?

— La señora Miyoui se mudó ayer.

— ¿Qué? ¿Sabe a dónde?

— No, discúlpeme.

Rosé agarró su cabello con frustración, quería llorar, pero no se iba a dar por vencida. Se quedó en Gimpo dos días más, buscando cualquier rastro de Mina, pero era como si la tierra se la hubiera tragada, no hallaba ni una sola pista de la castaña. Volvió a Seúl con sus esperanzas casi rotas, pero intentó no verse débil al ver a Lisa bebiendo como una loca, sabia el motivo de sus acciones, probablemente ya sabia la verdad sobre Jennie y su nueva familia. Las amigas se pusieron a beber, los siguientes cuatro días, no sabían cuando parar, pero si sabían que debía hacerlo.

Una semana después, Lisa asumió su puesto como presidenta y Rosé su puesto como vicepresidenta. Si, al menos para la pelinegra le quedaban muchas cosas pendientes, presentarse ante sus padres, invalidar el acta de defunción, prácticamente recuperar su vida, mientras que la rubia buscaría hasta debajo de las piedras a la madre de su hijo.

...

Frustrada.

Esa era la palabra que mejor definía Roseanne, porque había pasado los últimos 5 meses buscando a Mina, en casi todas las ciudades de Corea, pero la castaña simplemente no aparecía, ella quería saber como estaba su hijo, como estaba de salud, si, sabia que se la merecía al haber ofendido. Caminaba por una tienda de bebés, cuando chocó con alguien haciendo caer sus bolsas.

— Lo siento, no la vi.

— No se preocupe, fue mi culpa.

Esa voz, Rosé reconocía esa voz, esa voz que la tenía enamorado.

— ¿Mina? — la castaña abrió los ojos al escuchar su nombre y más al darse cuenta
quien la llamaba.

— R-Roseanne… hola.

— ¿Dónde has estado? Te he estado buscando por muchos lugares.

— No entiendo por qué — suspiró — Debo irme, vine a hacer algunas compras, el tren saldrá en unos minutos y yo debo irme.

— Quédate, por favor, tenemos que hablar.

— Yo creo que no, permiso.

Mina intentó moverse, pero Rosé se lo impidió, tomándola del brazo.

— El bebé que llevas en tu vientre es mío, creo que debemos hablar.

— No Roseanne, es mi bebé, solo mío.

— Perdóname, por favor, por todo lo que paso ese día.

— ¡Basta! No, no quiero hablar contigo, no puedo… no puedo.

La voz de la castaña se entrecortaba y sus manos se apretaban en dos pequeños puños, quería irse, quería alejarse de la mujer que amaba, de la madre de su hijo, aún estaba dolida por lo que le había dicho en aquella ocasión, no quería ser un juguete más, claro,
ella era la .adre… pero ¿Y si le quitaba a su único hijo? Mina pensaba en todas las posibilidades que no sintió cuando sus fuertes brazos abrazaron su frágil cuerpo, chocando con la pancita abultada que presentaba.

— Por favor perdóname Mina, nada de lo que te dije era cierto, yo te amo, te amo demasiado, no me alejes de ti, no me alejes de nuestro bebé.

— D-dijiste q-

— Te mentí al decirte que no te amaba o al hacerte creer que eres un juego, pero no, no
lo eres.

El amor hacia a las personas débiles y Mina no fue la excepción, porque sus labios se estamparon con los de Rosé, había deseado tanto estar entre sus brazos, besarla y volver a escuchar esas palabras tan simples que para ella lo eran todo. Rosé no la dejó regresar a la ciudad donde se estaba quedando, por el contrario, mandó a traer todas las cosas de la castaña a su departamento, el cual no era pequeño, era amplio, perfecto para una familia de tres. Es así como meses después, a la vida de Park Roseanne y Miyoui Mina llegó el pequeño Yeonjun, el niño que unió aún más a sus madres, y ellas se sentían completas, no podían pedir nada más, estabas felices con su pequeña familia.

Nevertheless | 𝗝𝗟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora