𝟑𝟔. 𝐍𝐨 𝐨𝐧𝐞 𝐜𝐚𝐧 𝐡𝐮𝐫𝐭 𝐲𝐨𝐮 𝐧𝐨𝐰

338 56 49
                                    

▬▬▬▬ ❛ I REMEMBER TEARS STREAMING
DOWN YOUR FACE WHEN I SAID
I’LL NEVER LET YOU GO ❜ ▬▬▬▬

Advertencia por contenido sexual.

—¿George?

Observé al alfa frente a mis ojos y mi corazón se aceleró al confirmarlo, él salía de la cocina con sigilo, como si realmente no pudiera creer que se trataba de mí, que era yo quien estaba parado justo frente a él. Mordí mi labio inferior, conteniendo a mi omega que me pedía a gritos lanzarme sobre el alfa enojado, enojo que fue desapareciendo, hasta que solo sentí su emoción y su característico aroma enloquecerme.

Bajé la mirada en una señal de sumisión cuando se fue acercando, su pecho se inflaba y se desinflaba con exageración hasta que una de sus manos se estiró para tocarme, ahí fue cuando lo noté, sus nudillos sangraban.

—Oh mierda. George, ¿qué te-

Pero no alcancé a decir nada más.

A pesar de sus manos heridas, él tomó mis mejillas y empujó sus labios sobre los míos, hundiendo su lengua entre estos, me besó sin importarle absolutamente nada más, con toda la intención de robarme hasta el último aliento. Mis manos, temblando de la emoción, se colocaron sobre su fuerte pecho mientras las suyas bajaron, acariciando mis costados y afirmándose en mi cintura, acercando mi cuerpo al suyo con exigencia.

—Alex. —Dijo mi nombre y sentí como todo el dolor desapareció. Mis ojos se humedecieron y lágrimas salieron de estos, aunque los tuviera cerrados, me derretí solo con el simple sonido de su voz antes de que me besara otra vez, haciéndome jadear. —Mi Alex. Bebé.

Entonces escuché sus latidos acelerados y sentí su cuerpo igual de tembloroso que el mío, sus dedos trataban de hundirse en mi piel, sabía que ansiaba hacernos uno para confirmar que no me iría, lo sabía porque yo sentía exactamente lo mismo. Lo oí gruñir, George se separó de mis labios con un gesto afligido y cuando nos miramos a los ojos, noté la oscuridad lujuriosa de sus castaños, mientras jadeaba, abriendo y cerrando la boca, tratando de organizar las palabras para poder hablarme.

—Está bien. —Mis manos se pasearon por su cuello hasta su cabello, juntando nuestras frentes, respirando aceleradamente contra su boca. —Tam… También lo necesito. Fóllame, Geo.

Todo ser humano sabía que no había forma más posesiva para un alfa de marcar su territorio que follando a su pareja, claro que la mordida era buena, pero el acto sexual de ser uno solo y de bañar mis paredes internas cuando su nudo se encuentre en su punto máximo le transmitía la tranquilidad de saber que mi cuerpo le perteneciera. George quería eso, lo olía, y no solo por la necesidad de desprender de mi cuerpo el aroma de otros alfas, ya sea por la ropa o por culpa de Jonathan, sino porque también no se calmaría sino hasta que lo haga, centrando cualquier enojo, fastidio, ira o sentimiento negativo para que desaparezca durante el acto sexual, una forma de desahogarse, algo así como golpear paredes o gritar a todo pulmón; y sinceramente, no me molestaba.

—Te necesito tanto. —Jadeó, llevando sus manos al cuello de la camisa que yo traía puesta y en dos movimientos rompió la tela, abriéndola como si estuviera bajando el cierre de alguna sudadera. Sentí la temperatura de mi cuerpo aumentar y antes de volverme a lanzar hacía sus brazos, lo detuve, tomando sus manos, oyéndolo gruñir por lo bajo, mostrándome uno de sus pequeños colmillos, mientras mi respiración jadeante se hacía presente. Sin embargo, no me dio miedo. Él nunca me daría miedo.

—Es-Espera. —Maldición, lo necesitaba dentro mío de una vez. —A-Arriba, ¿si? En la cama… por favor. —Aunque el piso o la pared servía en otras ocasiones, yo quería la comodidad de un colchón, tendría cuidado con nuestro pequeño bebé, al menos hasta que lo recordara y no me olvidara hasta de mi nombre cuando George me esté haciendo suyo.

𝐓𝐇𝐄 𝐏𝐄𝐑𝐅𝐄𝐂𝐓 𝐎𝐌𝐄𝐆𝐀 | qnfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora