ꜰᴇᴅᴇ ᴠɪɢᴇᴠᴀɴɪ x ɪᴀɴ ʟᴜᴄᴀꜱ
(ᴏᴍᴇɢᴀᴠᴇʀꜱᴇ).
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Fede Vigevani: Un chico de 23 años (Alfa dominante), se enamora, de Ian Lucas un chico de 20 años (Omega) el cual suele ser muy miedoso con todo lo que tenga que ver con espíritus o demonios.
y se da...
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--Uh...¿Fede?.
Todos quitaron la vista de la computadora y la dirigieron hacía su dirección algunos asustado, ante la repentina aparición y otros confundidos, ya que su aroma se encontraba en el aire, alertando a los Alfas.
El mencionado anteriormente, lo miró con confusión, ante el aroma algo agrio, con un toque de nerviosismo y miedo, pero ninguno dijo ninguna palabra.
Sus miradas permanecieron conectadas y el silenció hizo acto de precencia en aquella habitación en donde minutos había escuchado gritos, posiblemente del video o de sus amigos, discutiendo por algo sin sentido.
Y no fue hasta que los gritos del video hicieron que el rubio fuera el primero en quitar su mirada y dirigirla hacia sus manos, las cuales movió con vergüenza.
Algo muy tierno a su parecer.
Sus amigos se mantuvieron en silenció observándolo la escena que a todos le llamó la atención y luego de varios segundos, aclaró su garganta y con una sonrisa continuaron hablando sobre el video.
E ignoro por completó al rubio el cual trato de decirle sobre varios ruidos provenientes del jardín, pero el castaño simplemente continuó hablando con Iván.
Y se sintió tan mal, que su aroma delató por completo y no dudó en salir de aquella habitación siendo seguido por Arenovitzz y Boom.
Sin embargo, el uruguayo no lo fue a buscar y su pecho dolió.
Se dirigió hacía la cocina y se sirvió un baso de agua, para luego observar como Boom y Arenovitzz se acercaban a él.
Y el Beta no dudo en abrazarlo.
Ambos chicos, se quedaron en la sala a su lado hablando de cualquier cosa para distraerlo, respecto al tema del Alfa dominante, cosa que agradecía.
Luego de varios minutos, los tres fueron llamados, pero ninguno quiso moverse, por lo tanto los demás se trasladaron hacia la sala.
Por alguna extraña razón, su mirada se volvió a conectar con la del uruguayo, pero terminó por apartarla y tomó su celular, ignorando todo a su alrededor.
Aún así le doliera tanto el pecho, como para soltar un quejido sonoro, llamando la atención de los demás.
Se disculpó y rápidamente se levanto, para luego correr escaleras arriba, con una mano sobre su pecho, mientras su respiración era agitada.
