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Diego me enseñó su habitación y le leí un cuento para que se durmiera. Luego Miguel me llevó hasta la habitación donde iba a dormir.
Aitana: Miguel, te puedo preguntar algo?
Miguel: claro, lo que quieras
Aitana: porque estás haciendo esto por mí?
Miguel: bueno, ya te lo expliqué... tú necesitas trabajo, yo necesito alguien que esté con mi madre y con Diego
Aitana: pues... sí, pero... no cualquiera mete a una desconocida a su casa así como si nada. Nos conocemos desde hace unas horas, como puedes confiar en que yo no te voy a robar, o cosas así...?
Miguel: tampoco sé porque podría desconfiar de que lo hicieras... Tus ojitos hablan por ti...
Aitana: mis ojos? Porque?
Miguel: es lo primero en lo que me fijo cuando conozco a alguien... Y los tuyos son luz, ternura y... tristeza
Aitana: no está siendo fácil para mí salir adelante...
Miguel: para mí tampoco lo fue, te lo aseguró. Estábamos solos, Renata y yo. Cuando nació Dieguito, ella se fue, nos dejó solos, y yo tuve que luchar para sacarlo adelante
Aitana: pero... no es lo mismo... Estabais los dos... A mí Vicente me dejó sola, no quiso hacerse responsable de nuestro bebé
Miguel: sí, pero mientras estuvo embarazada ella evidentemente no trabajó, y luego se fue, así, de la noche a la mañana, ya no estaba. Y yo me vi solo, con 17 años y un bebé de apenas unos días
Aitana: lo siento mucho...
Miguel: no te preocupes, tal vez fue mejor así, ella solo me quería por mi dinero, y cuando vió que ya no tenía ni un céntimo, dejé de importarle, pero lo peor es que también dejó de importarle nuestro hijo
Aitana: tú... la sigues queriendo
Miguel: no... pensaba que sí... pero hoy me di cuenta de que no
Aitana: y eso porque?
Miguel: ya lo sabrás, todo a su tiempo Aitanita... Pero lo que quiero que entiendas es que tú no estás sola... me tienes a mí, yo te voy a apoyar en todos los gastos que tengas de tu bebé
Aitana: muchísimas gracias, de verdad... -nos abrazamos

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