DOMESTICADA (FREENBECKY)

Capítulo 7

Freen no podía concentrarse. Guardó los cambios que había hecho en el logotipo corporativo que estaba diseñando y apagó Photoshop, luego su ordenador. Su fecha límite era en tres días, pero no estaba de humor para seguir fingiendo que podría progresar. En este momento, el trabajo era lo último en su mente. Negándose a darle un momento de paz, las imágenes del cuerpo en el parque llenaron sus pensamientos, junto con la preocupación por la extraña mirada que Renee le había dado esa mañana cuando regresó y encontró a Freen desatada y esperando con el resto de su pago en la entrada. Pero, sobre todo, los pensamientos sobre Becca distrajeron a Freen.

Fiel a su palabra, Becca había llamado a Freen a las ocho en punto de la noche anterior para registrarse. Aterrorizada por dejar que las cosas se intensificaran entre ellas, Freen había dejado que la llamada pasara al buzón de voz. Y lo había lamentado cada minuto desde entonces. Durante quince años había creído que simplemente no estaba destinada a estar con nadie, pero Becca era innegablemente diferente. Tenían una conexión, y Freen estaba casi segura de que era en ambos sentidos.

¿Sería posible que Becca aceptara a Freen por lo que era, o representaba otra angustia más?

No podía saberlo sin permitir que Becca entrara en su vida. Y eso era lo único que no estaba segura de poder hacer.

Tratando de no pensar en lo mucho que deseaba devolverle la llamada a Becca, Freen se preguntó por el hombre del pasamontañas. ¿Qué había querido? A juzgar por la forma en que no había intentado quitarse ninguna ropa más allá de rasgar la camisa de Becca, parecía poco probable que hubiera tenido la intención de violarla. Si lo hubiera hecho, Freen habría esperado que él estuviera trabajando activamente para lograr ese objetivo cuando ella los encontró. Pero se había concentrado en pasar el cuchillo por el pecho de Becca, observando su rostro. Claramente, el miedo de Becca lo despertó.

Aunque había tomado el bolso de Becca, probablemente tampoco tenía la intención de robarle. El tiempo que obviamente había pasado con ella en el suelo sugería que su interés había sido Becca, no su bolso. Le había recordado a Freen a un depredador a la caza, y ella no pudo evitar preocuparse de que su objetivo final hubiera sido el asesinato.

Tal vez ella no había matado a la mujer en el parque. ¿Y si el atacante de Becca lo hubiera hecho?

La idea le trajo un alivio momentáneo y enfermizo, y luego preocupación. Por mucho que no quisiera creer que era capaz de asesinar a alguien, si ese hombre era el responsable de la mujer muerta, un asesino había apuntado a Becca. Y él sabía dónde vivía.

Freen se apartó de su escritorio y se puso de pie. Habían pasado más de veinticuatro horas desde el ataque, pero el clima había sido el habitual: fresco y húmedo. Seguramente su olor aún estaría allí. No hacer nada no era una opción, así que caminó hacia su ventana y la abrió un poco. Luego se apartó de las cortinas para desvestirse.

Si fuera inteligente, intentaría olvidarse de Becca y seguir con su vida. Especialmente si no hubiera asesinado a esa pobre mujer en el parque. Todavía podía volver a deslizarse entre las sombras sin que la vieran, a pesar de llamar a la policía. Ya había roto sus reglas una vez por Becca, cambiando a la forma de lobo en público. Si quería mantener su secreto, necesitaba no convertirlo en un hábito. Simplemente tener algo más que ver con Becca violaría su regla fundamental: las relaciones conducen a la angustia y al dolor, así que evítelas a toda costa, en particular las románticas.

Una relación con Becca rápidamente se volvería romántica. La conexión entre ellas era intensa, y esa fuerza seguramente las uniría físicamente. Freen no tendría la fuerza para resistirlo. Becca no se daría cuenta de que debería hacerlo.

¿Y qué? ¿Cómo le explicaría Freen a Becca por qué ella siempre desaparecía el día antes de la luna llena, solo para regresar al día siguiente? Una amante querría saber esas cosas. Por eso Freen nunca se permitió involucrarse.