Después de ser asesinada por su amado, Jon Snow, reza a los dioses para que le den una oportunidad para vengarse. Siendo misericordiosos, le conceden una nueva vida como la hija de Gael Targaryen y Baelon Targaryen, naciendo en el año 99 D.C, a la q...
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Daemon Targaryen llevaba el peso de una niña de seis días del nombre y un dragón de 30kg sobre sus hombros, lo qué hacía que sudase y los músculos se le tensasen tanto que no tardaría en caer. Sin embargo, la fuerza de voluntad era superior a su fuerza límite, y llevaría a su pequeña hermana hasta el estadio de las justas sí o sí.
Drogon notó la presión que sentía el salvador de su madre, por eso lo ayudó por segunda vez, rompiéndole un trozo de tela de su camisa de algodón y con su cola, ató un nudo alrededor de su cuello pequeño y lleno de escamas negras como el carbón, para tenderle la recién hecha cuerda a su jinete.
El hombre ya le debía dos favores al dragón, por quitar su peso de cuerpo y por la gran idea de que mientras el volaba, iba vigilado y atado por el agarre de la cuerda mal hecha de su ayudante. Ahora iba enseñando todo el abdomen y pectorales, que daban la imagen de sus cicatrices de guerra.
"Dany, tu dragón es muy listo, creo que deberías darle las gracias de mi parte...hasta le voy a invitar a una buena chuleta de semental quemado."
"Jijiji, Drogon es muy inteligente desde pequeño, pero me asusta que vaya aprisionado de nuevo, siendo que a él, le horroriza que le quiten su libertad."
"Puedo hacerme a la idea, de que me está cogiendo cariño, por haberte ayudado en tus momentos difíciles. Lo que siente una jinete, lo siente su dragón."
La ojivioleta asintió, para seguir en silencio todo el trayecto, mirando de vez en cuando a su hijo favorito, con curiosidad.
<<He visto como volaban velas con telas al cielo, pero nunca había visto algo que volaba e iba atado por una cuerda. Debo ponerle un nombre...Piensa, Dany, piensa...¡Ya sé, lo llamaré "globo"!>>
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En las gradas, una Rhaenyra angustiada, se mordía las uñas con puro nerviosismo. Su padre había golpeado brutalmente a su hermana y luego había soltado una amenaza que asustó tanto a su tía, que saltó del coche en pleno movimiento.
No había hecho nada por ayudarla y la culpa la reconcomía por dentro hasta el punto de destrozarse las uñas, que con tanto esmero había cuidado y arreglado. Lo único que hizo, fue derramar el vino, sobre el bonito vestido de tela roja, para desviar su atención, cosa que funcionó de una manera un tanto mala.
