Parte 21.

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Ross llamó temprano en la mañana a Camila y le dijo que iba en camino a recogerla. Ella ni siquiera se había levantado, y con desgana salió de la cama y se metió a la ducha. Cuando iba saliendo envuelta en la bata, Grace ingresó a la habitación.

_¿Vas a salir, mi amor? 

_Sí, mami. -Le dijo con una mueca de fastidio. _Ross, la amiga de Tom, viene por mí para ir a sus entrenamientos.

Grace no pudo evitar sonreír, porque le gustaba que Camila empezara a abrir su círculo.

_Entonces ponte linda. -Le dijo tratando de contener la sonrisa y Camila resopló.

_No sé por qué te ilusionas con que vea a una chica. -Le reprochó. _Como que se te olvida que mi papá piensa encerrarme en la academia si me involucro con una mujer.

Grace resopló también y se acercó a ella para poderla ver a los ojos.

_Tu padre no puede prohibirte nada sobre eso. -Le dijo con vehemencia. _Tu felicidad está por encima de lo que él espera de ti.

Camila se encogió de hombros y prefirió callar. Con rapidez se enfundó en unos jeans ajustados que le quedaban como un guante y un suéter delgado básico, mientras Grace la seguía con la mirada.

_Ven te ayudo con el cabello. -Le ofreció, pero Camila se negó.

_No hay tiempo, mami, Ross ya está por llegar.

 Apurándose se calzó unos botines a juego con el suéter, luego se paró frente al espejo y recogió su cabello en una cola de cabello.

Grace quería decirle que se maquillara un poco, pero no pudo porque el móvil de Camila sonó. 

_Dame un par de minutos y salgo. -La oyó decir y supo que tenía que dejarla ir sin arreglarse mejor.

Camila tomó su bolsa de mano, metió el móvil, le dio un beso a Grace y se encaminó a la puerta.

_Perdona por no hacer la cama. -Le dijo. _Pero no me dio tiempo, se me había olvidado que tenía este compromiso.

Grace le restó importancia y se fue a la ventana, para con sigilo, chismorrear a la chica que estaba interesada en su hija. Pudo ver que cuando Camila salió de la casa y caminó el antejardín, Ross se apeó de una camioneta imponente y fue a su encuentro. Pudo notar que era una rubia mucho más alta que Camila, delgada y lucía impecable con unos pantalones negros, botas hasta la rodilla y un suéter verde de cuello alto. Saludó a Camila de beso en la mejilla y le abrió la puerta, espero a que se subiera y a pasos rápidos le dio la vuelta a la camioneta y se subió, pocos segundos después se fueron y ella se quedó rezando para que las cosas entre ellas fueran bien y su niña por fin dejara ese enamoramiento no correspondido y casi obsesivo.

Ross condujo hasta las instalaciones ecuestres de Cazenovia donde entrenaba desde que tenía siete años y Camila quedó maravillada con la belleza de las instalaciones y los grandes campos verdes. Su nueva amiga la llevó a los vestidores, en donde se cambió. Sin ningún tipo de pudor se quitó las botas, luego el pantalón y después el suéter, quedando en ropa interior, antes de levantarse de la banca para buscar el vestido amazona que usaba para montar. Camila evitó mirarla y prefirió centrar la mirada en su móvil y enviar un mensaje a Lauren.

¿Qué tal tu sábado? 

_Estoy lista. -Anunció Ross con su ya acostumbrada sonrisa. _Ahora vamos por mi caballo.

Camila metió el móvil en la bolsa trasera del pantalón y la siguió. Tenía que reconocer que la rubia era guapa y el traje le quedaba perfecto.

_¿Alguna vez has montado? -Le preguntó Ross con una sonrisa de satisfacción, pues había notado la mirada de Camila sobre su cuerpo.

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