Parte 33.

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<<Mi amor, ¿Cuándo puedes conectarte en video llamada? Avísame y yo me acomodo a tu horario.>>

Cuando Camila leyó ese mensaje, sintió escalofríos y su intuición empezó a comerle la serenidad. Tenía un pálpito de que algo estaba pasando con Lauren y con dedos temblorosos le escribió:

<<Me tomaré libre el domingo y estaré en casa esperando tu llamada>>

A raíz de la partida de Lauren y la de sus padres, se había implicado tanto con sus actividades académicas que no tenía libre un solo día, sobre todo se estaba esforzando más con los idiomas, estimulada por la idea de que en un futuro cercano iba a estar haciendo trabajo como corresponsal y seguramente iba a necesitar el uso de otras lenguas. 

Ese domingo, se levantó temprano porque su reloj biológico, programado desde Siracusa, la despertaba indistintamente a las seis. Se preparó un café y repasó las noticias del mundo. Se bañó y buscó el perfil de Clariss en redes sociales, donde solía postear una que otra cosa sobre el país en el que estuviera. 

Se vistió, se maquilló someramente porque quería que su chica la viera linda y llamó a su madre para recibir una dosis de amor maternal que siempre la revitalizaba. Ella solía preguntarle sobre cómo iba su vida sola y luego le contaba sobre su nueva vida en D.C. Ese día le dijo que Richard estaba muy contento con su nuevo trabajo y que pasaba más tiempo en la casa con ella. Le pidió que fuera a visitarlos para que conociera la nueva casa, al fin y al cabo, la distancia de una ciudad a otra es corta y ella prometió ir para acción de gracias, así estarían los cuatro, porque Nick también tendría ese día libre.

Desayunó y luego recibió una llamada de Nick, quien había tomado por costumbre llamarla cada fin de semana cuando estaba libre de la escuela y le contaba sobre su duro entrenamiento, sobre las bromas pesadas que se hacían entre compañeros y sobre la chica que lo tenía vuelto loco y que no le hacía caso. Luego la obligaba a contarle sobre las cosas de ella, entonces le narraba los pormenores de la semana, especialmente sobre sus avances como becaria en el canal. Al final se despedían siempre de la misma manera, diciéndose: Adiós enana, te hablo en ocho días. Y ella: Adiós gorila, espero tu llamada en ocho días.

Se sentó en el sofá del salón a leer hasta que el hambre la hizo levantarse para solicitar un delivery. 

Cuatro de la tarde, en Escocia las nueve. 

Comió la pizza mientras consultaba nuevamente las noticias. Hasta que finalmente, el esperado sonido de la videollamada interrumpió el silencio de su piso y el corazón se aceleró de manera irregular dentro de su pecho perdiendo el ritmo.

_Hola. -Le dijo sonriente, cuando la pantalla se llenó con el precioso rostro de su novia, quien le devolvió la sonrisa y la saludó con la mano. Estaba sentada en una cama, con una sudadera y el cabello recogido en una coleta desordenada. 

_Hola, mi amor. -Le respondió con dulzura. _Estás preciosa. -La halagó y Camila se pasó la mano por el cabello, nerviosa.

Después de intercambiar halagos y de expresarse cuánto se querían y se extrañaban, se enfrascaron en una conversación en la que Lauren le narró varias experiencias del viaje, le habló de toda la historia que había aprendido y sobre sus asiduas y juiciosas visitas a los diferentes museos y galerías de arte. Camila la escuchaba con atención a la vez que buscaba en sus gestos y ademanes cualquier indicio sobre su estado emocional y tuvo la sensación de que estaba entusiasmada y bien.

_Desde que estuve en la torre de Londres y estudié de manera detallada el suplicio y decapitación de Ana Bolena. -Le narró. _Empecé a germinar una idea.

Camila se estremeció al oírla porque conocía, obviamente, esa parte de la historia en la que la mujer había sido condenada injustamente por adulterio, incesto y traición y fue decapitada, todo por órdenes de su marido, entre otras cosas, para poderse casar con Juana Seymour. De alguna manera, se relacionaba con lo sucedido a Tay,  como víctimas del machismo.

SeculorumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora