Cuanto más pensaba en ello, más imposible le resultaba. Lo más complicado era reaccionar bien ante lo imprevisto. Lo había imaginado todo, menos escuchar al coronel pedirle que le enseñara su obra. Pero así había sido. Finalizando la cena y como si lo hubiera hecho con premeditación, cuando Camila se excusó para ir al baño, Richard posó su mirada en ella.
_Entonces eres artista. -Le dijo el hombre con serenidad y ella asintió tratando de mostrarse tranquila.
_En la actualidad estoy cien por cien dedicada a la pintura. -Le respondió y él la miró largamente con particular atención, mientras que los demás permanecieron en silencio, cosa que la tenía al borde del colapso.
_¿Y dónde tienes el atelier? -Inquirió.
_No muy lejos de donde vive Camila. -Le dijo y al segundo se arrepintió de la respuesta.
Después cuando le contó a Camila a solas, le dijo que en ese momento ella veía a Richard saltando sobre la mesa apoyado en manos y pies, sacudiendo la cabeza y con la mirada extraviada como si llevara al diablo en el cuerpo. Esa descripción le había provocado a Camila un ataque de risa que incluyó lágrimas y dolor de barriga.
_Me gustaría conocerlo, si no tienes problema con eso. -Le dijo Richard.
_Por supuesto. -Le respondió acomedida mientras escondía el susto que se le había metido en el cuerpo.
¿Qué podía hacer? ¿Salir corriendo para evitar semejante compromiso? Le habría gustado, pero no podía negarse si es que quería seguir teniendo una buena relación con su amadísima novia. Se quedó sentada, mirándolo, sorprendida no tanto por la petición sino porque le hablara en tono amigable como si fueran amigos de toda la vida.
_¿Puede ser mañana temprano? -Inquirió y en seguida aclaró. _En la tarde tengo un compromiso y nos vamos pasado mañana.
_Por supuesto. -Volvió a decirle Lauren.
¿Y no le preguntaste por qué quiere ver tu estudio? Le dijo Camila después del ataque de risa cuando lo comparó con el diablo y Lauren negó con la cabeza. Ciertamente había querido preguntarle, pero hubiera podido parecer descortés. Él se estaba mostrando amigable, quizá estaba loca pero incluso le hizo parecer que quería tener cercanía con ella. Camila se volvió a partir de la risa cuando Lauren le dijo que ver al Coronel así de amable, le había hecho pensar en un cuento que había leído alguna vez, que hablaba de un lobo cojo a quien los demás lobos no querían, y que por la noche iba en busca de los perros, no para atacarlos, sino para estar junto a ellos, porque no le ladraban.
-Así que papá es un lobo cojo. -Le dijo Camila con los rezagos de la risa. -Viéndolo bien, es una metáfora poética.
Esa noche Lauren tampoco durmió, se la pasó arreglando su piso y el estudio taller, pero sobre todo, escondiendo todas las pinturas que tenían que ver con Camila, que no eran pocas, algunas de ellas solo trazos en carboncillo de su figura o de sus ojos, pero que bastaba una mirada para saber a quién pertenecían.
Sucedió que cuando el timbre sonó a la mañana siguiente, el coronel apareció solo en el umbral y cuando ella abrió la puerta, la saludó con cordialidad y con el rostro estoico. Lauren le estrechó la mano y lo invitó a pasar al atelier, al que accedieron en silencio, y una vez dentro, se mostró interesado en cada cosa que había allí, no solamente en las pinturas ya terminadas, sino en los materiales e incluso en los libros.
Lauren lo seguía con la mirada y aprovechando su distracción, analizó su rostro. Las veces que lo había visto procuraba no mirarlo a la cara, pero por alguna razón tenía en su mente que era arrogante. Ese día, en cambio, pensó que era un hombre firme, pero apacible. Diría que tenía una mirada de quien ha tenido una buena vida y está satisfecho de lo que ha conseguido. Esa nueva percepción le generó miles de preguntas en su cabeza, sin embargo no las hizo.

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Seculorum
FanfictionUna niña alejada de su entorno familiar es acogida por una adolescente en su nueva escuela y crearán un lazo que no se romperá, ni con el paso de los años o las circunstancias de vida.