Ashley WoodAdrián verdaderamente esta aquí y justo como si una impulsividad se apoderara de todos mis sentidos, mi mente trata de capturar cada detalle se cuerpo, rostro, ropa, absolutamente todo. Es raro, esta necesidad atemoriza, pero me convenzo de que es solo por curiosidad, una mera acción que tomaría con cualquiera que no veo hace años.
Sin embargo, antes de que mis ojos puedan darse un recorrido, Adrián estira sus largos dedos y después los cierra lo más despacio posible hasta formar dos perfectos puños. Este gesto ocasiona que mi ritmo cardíaco aumente a niveles récord.
Inesperadamente, mi razón se va a un lugar oscuro y la impulsividad resurge, atrayendo consigo una emoción que no experimentaba hace tiempo: Deseo. Mis ojos no pueden despejarse las venas sobresalidas de su brazo, de la fuerza que ejerce en sus dedos, de la forma en que su pecho se agranda y especialmente, de ese calor que emana todo su ser.
¿Esto de verdad está pasando? Sí, por supuesto que lo es. Un factor importante para despejar toda duda es cuando Adrián estira su mano hasta el marco de la puerta, provocando que la madera cruja junto al bombeo de mi corazón.
Más presión.
Elevo mis ojos a los suyos y entonces por fin tengo un conocimiento de lo que experimenta ¿Qué cosa? Bueno, eso es difícil de descifrar, pero la única cosa clara que tengo es que no es nada bueno. La chispa se ha esfumado y ha dejado una mancha oscura en sus iris. Sus manos presionadas evidencian que el infierno se ha desatado en su interior, su lucha es mortal y la verdadera pregunta es contra qué o contra quién porque si la respuesta soy yo, entonces estoy irremediablemente perdida.
La frialdad de su mirada no es extraña, me recuerda los mismos ojos que me miraron hace años cuando tuvimos nuestra última conversación. No piensa ceder. El odio persiste.
Dalesa se asoma por la puerta y suelta un grito ahogado mientras que se coloca delante de Adrián, robándose toda la atención.
Un escalofrío recorre mi columna.
Puedo escuchar los murmullos de Dalesa, pero de la voz de Adrián nada, solo unos simples movimientos de cabeza en forma de acepción o derrota.
¿Qué está pasando?
Entonces, como si mis propio cuerpo intentará descifrar cada una de mis incógnitas, empiezo a caminar hasta ellos. Cada paso va liberando mi garganta, la piedra fantasmal que funcionaba como tapón se deshace y entonces carraspeo para amoldar mi voz.
Sin embargo, antes de que pueda hacer cualquier comentario, Dereck cubre mi visión.
—Ashley, —pronuncia mi nombre de una forma que me derrite— arreglaré esto ¿Sí? —la desesperación en su voz es evidente.
Niego.
—Solo necesito... —"saber que está pasando" es lo iba a decir, pero Dereck suelta un pequeño jadeo con sus labios y me corta al hundir mi cuerpo al suyo con un abrazo.
O al menos eso creí ya que rápidamente se convierte en una presión asfixiante. Removerme no es una opción, Dereck simplemente me aplasta y aunque tiene control de su fuerza, no puedo evitar sentir un encierro horrendo.
—¡Adrián! —chilla Dalesa, seguido de un ruido sorda.
Antes de que mi cerebro pueda conectar los hechos, Dereck es empujado hasta la cama mientras que el aire vuelve a llenar mis pulmones.
ESTÁS LEYENDO
Sedúceme: La redención de Ashley
RomanceLIBRO II «Los secretos aún no acaban y la bomba de hace años solo parecerá un simple chasquido a comparación de lo que se lleva guardado»