Adicta

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Un día probó algo y le gustó tanto que ya no pudo dejarlo. Ninguna palabra podía describir el éxtasis de sentir sus efectos embriagadores por cada parte de su cuerpo. ¿Cómo algo tan simple se convirtió en su necesidad?

Se convirtió en adicta y ni siquiera se molestó en ocultarlo. Se le veía en el rostro, era una persona totalmente diferente. De no existir aquella sustancia que penetraba suavemente por los oídos hasta expandirse a cada célula del cuerpo, tendría más razones para perder la cordura.

Nunca olvidaría el día en que probó la única sustancia capaz hacer brotar fuego del corazón y lágrimas del alma. 

 

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