Puerta de Dimensiones

[Acto 1] Capítulo 6: La Emperatriz en Espera

                       30 de agosto de 1500 NA, Imperio artúrico occidental

                                        Palacio Real, Ciudad de Ginebra

Soy la verdadera Emperatriz del Imperio de Arturo.

Era un pensamiento desagradable, uno que Ginebra había pensado una y otra vez en su mente.

Era su derecho, su derecho de nacimiento, pero algunas personas realmente creían que su hermano Mordred era el verdadero sucesor, a pesar de la ley de Arthur según sus propias palabras: el primogénito tiene el derecho más fuerte a la corona, independientemente de quién sea. El honor aparentemente ya no existe con la nobleza.

A juzgar por cómo Mordred logró dar un golpe con poca resistencia, seguramente la riqueza y el poder del instigador son más importantes que la ley. Aquellos que siguieron la ley fueron ejecutados por los partidarios de Mordred o se unieron a ella en los territorios occidentales del Imperio. Pero ahora, han sido empujados de regreso a una ciudad capital y no tienen suficientes fortificaciones ni tropas para recuperarse. Era una causa perdida para la Emperatriz. Los traidores tienen uno a cada paso con su gran número, dejando a la Emperatriz con tantos soldados como una revuelta campesina.

Ginebra no fue emperatriz, no hasta que fue coronada en el Palacio de Arturo, solo una futura emperatriz; un término nunca usado antes, no hasta que fue reemplazada. Pero, ella era más una Emperatriz que el llamado Emperador que se sienta en su trono. Su hermano, quien usurpó el lugar que le correspondía con un golpe cuidadosamente planeado que provocó la muerte de sus partidarios y tuvo que retirarse a los últimos partidarios que quedaban de su reclamo en el lejano oeste. Solo plantea la pregunta de cómo logró reunir tanto apoyo. ¿Eran ciertos los rumores de que estaba involucrado en los sindicatos del crimen como una forma de ganar dinero? Lo más probable es que a Mordred nunca le haya gustado seguir las reglas, como ya saben todos los seguidores de Guinevere.

Miró hacia el pasillo y vio a sus guardaespaldas Mano de Plata, mirándola. Cada uno no podía pensar en un plan de acción con la forma en que iba la guerra, especialmente porque la mayoría de ellos fueron aniquilados durante la batalla de Avalon. También fue una pena, ya que la mayoría de ellos eran amigos de la infancia de Ginebra. No ayudó en absoluto a la mentalidad de la Emperatriz, ya que se suponía que eran ellos los que liderarían sus ejércitos contra Mordred. Ahora, todo lo que quedaba se retiró a su ciudad, avergonzado de informar su fracaso.

Vera, una de las tres princesas del Reino independiente de Wondar, avanzó hacia el trono e hizo una reverencia. Su brillante armadura plateada brillaba bien por debajo del cristal del techo, como era la intención desde el principio. "Emperatriz Ginebra, el resto de nuestros ejércitos feudales fueron vistos en el lejano oeste, atrapados entre las tierras de la tribu de los elfos ligeros y las nuestras. Parece que no planean moverse hacia el este contra los ejércitos de su hermano".

Guinevere suspiró y dijo: "Me vendrían bien algunas buenas noticias ahora mismo"

Lera, una caballera elfa rubia, levantó la mano con entusiasmo, lo que no era la bengala adecuada en la reunión actual, y dijo: "Se han escuchado noticias de que el Segundo Ejército de Caballería fue aniquilado. El mismo ejército que nos derribó en Génova!"

Guinevere levantó la palma de la mano, indicándole que se calmara. "Creo que quiere decir abrumado, caballero. No confunda el deber con la desesperación"

El elfo se estremeció rápidamente. "Yo-yo-yo sí... quise decir abrumado. Pero se dice que los mismos Grises, sí, esos Grises, fueron los que hicieron el acto. Ahora lograron acabar con un ejército de tal cantidad, nunca lo sabría. "