46. Nosotros 1/2

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† * † 

—Menos mal que te encuentras bien, no cualquiera se ve tan radiante después de armar un espectáculo tan ridículo como el que te armaste ayer.

Jeff proyectó una sonrisa cansada y se metió un trozo de fruta a la boca, dándose el tiempo para masticarla y saborear el exquisito y empalagoso sabor que se desprendía de esta. Picó otro pedazo con el tenedor y le dio un sutil vistazo a su hermana.

—¿Qué fue ridículo? — su madre se llevó la taza de café a los labios, arrugando el ceño de forma inquisitiva, a la vez intentando formar una sonrisa — ¿Sucedió algo? ¿De qué espectáculo hablas?

—Jeff estaba ebrio y vino a cantarle y a traerle un ramo de rosas a nuestro empleado delante de medio mundo en la medianoche. Tuve que ayudarlo a subir y encerrarlo en su cuarto.

Su madre palideció de inmediato y llevó la taza suavemente de vuelta al plato, intentando no alarmarse, mientras él seguía sonriendo de la misma manera que antes, todavía manteniendo su mirada indiferente y relajada en los ojos de su hermana.

—No fueron rosas exactamente.

—Oh, lo recuerdas bien...

—No tan bien, recuerdo solo lo que me interesa. Por ejemplo, tú no apareces en mis recuerdos, ¿Dijiste que me ayudaste a subir?

—Por supuesto que te ayude a subir, perro, ¿crees que el chico ese podría solo contigo? — la muchacha soltó una carcajada y siguió dándole sorbos a su jugo helado — ¿Y a dónde ibas con ese ramo o en verdad, el alcohol te pone así de marica?

La mujer adulta dio un respingo y casi se atragantó con su propia respiración. Su rostro se encontraba ligeramente tenso y lucía un semblante demasiado ofendido.

—Basta, Prim, ¿cómo puedes hablar así de tu hermano?

Jeff le dio un trago a su vaso de agua y siguió con la expresión fresca de siempre, mientras veía ingresar a Barcode, quien hizo una rápida reverencia antes de encaminarse hacia la mesa y recoger algunos de los platos y vasos desocupados.

—Déjalos ahí, Barcode, los llevo yo — dijo, estampando su mano sobre la suya en un movimiento rápido y levantándose para arrebatarle los vasos tomados, mientras él se ruborizaba y solo lo observaba, abriendo los ojos como platos.

Su madre le echó una mirada de reojo, demasiado pálida y con los músculos del rostro totalmente tiesos, todavía haciendo un intento por regresar los labios hacia su desayuno.

Jeff se movió hacia la cocina y echó todo el cúmulo de platos y vasos acumulados en el lavadero, abriendo el grifo y dejando el agua caer antes de salir caminando detrás de Barcode, que se había deslizado hacia el patio a pasos sumamente rápidos.

—Barcode.

El muchacho se detuvo al escuchar su nombre y se volvió instantáneamente. Sus miradas se encontraron y este descendió los ojos hasta ubicarlos en un punto lejano; sus mandíbulas tiritaban y su garganta formaba un nudo invisible nuevamente.

—Buenos días, Jeff, me alegra ver que amaneciste bien.

—No tan bien como ahora que te tengo a mi lado.

Jeff adelantó unos cuantos pasos, sin dejar de observarlo. El agua cristalina de la piscina fronteriza se balanceó suavemente hacia adelante, reflejando la luz del sol.

—Escúchame, sé que te he fallado, sé que he hecho la peor locura que he podido hacer en mi vida y que no terminaré nunca de arrepentirme de eso, pero créeme que lo siento. Siento cada cosa y palabra que dije esa noche, no sabes cuánto desearía regresar el tiempo y cambiar toda esta situación...

Inocencia Pasional│JeffBarcodeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora