29. Números

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† * † 

—¿Sigues haciéndote líos por eso? Ya olvídalo.

El agua cayó sobre el cúmulo de platos del lavatorio y Barcode se giró sobre sus talones, sosteniendo la esponja húmeda sobre sus manos con nerviosismo.

—No, Jeff, no debiste haberle dicho nada. Ahora que lo sabe, se lo dirá a tu hermana y tu madre creerá que la he traicionado... — insistió con el rostro fruncido en una mueca de desesperación — Ella ha sido muy buena conmigo y no es justo, no es justo y tengo miedo de pensar cómo se sentirá.

Sus ojos se encontraron con los de Jeff y este rompió en carcajadas, secándose el cabello como si nada hubiese pasado.

—No le veo la gracia, Jeff — Barcode se volvió hacia el lavatorio, tomando un nuevo plato y humedeciendo toda la esponja en detergente.

—No le dirá nada a nadie, te lo aseguro. Es muy marica como para decir algo.

—Pero pensará muchas cosas de mí y no me volverá a hablar.

Jeff se movió hasta su lado y le quitó la esponja para luego hacerlo a un lado y empezar a refregar el primer plato del desayuno con fuerza.

—Claro que no se atreverá a acercarse más a ti, porque ahora sabe que eres mío. Y nadie toca lo mío.

Pasó el plato espumado sobre agua y observó el reflejo de Barcode en el espejo de uno de los reposteros, viéndolo removerse con nerviosismo y suspirar dos veces.

—Que no se lo dirá a nadie, quita ya esa cara. Si hubiese querido decirlo, ya todo el mundo se habría enterado a esta hora, ¿no crees?

—Ah, honey, no sé qué voy a hacer.

—Quitar esa cara y ponerme una de esas sonrisas bonitas que siempre pones.

El menor se encogió y no pudo evitar sonreír, aunque su sonrisa no brilló como antes.

—Pero si tu familia se entera...

—No hablará, tesoro, no hablará. Además, debería agradecer que no lo maté allí mismo. Mira que venir con esos dos papeles de cine y decirte todas esas estupideces... Debiste haber visto la cara que puso. Semejante imbécil.

Dejó el último de los platos y se volteó, caminando hacia él para tomarle del brazo y tirar de su cuerpo hasta aproximarlo todo lo posible al suyo, sintiendo la calidez de su aliento acariciar su rostro y sus brillantes ojos mirarle con inquietud.

—Ya deja de preocuparte y ven bésame de una vez.

Sus labios se entrelazaron con los suyos y logró saborear su calidez y sentir la suavidad y dulzura de su boca, que siempre removía algo en su interior y le calaba los nervios.

Su cuerpo, sus labios, su boca, siempre serían su lugar favorito para estar; incluso aunque intentará luchar contra eso.

En realidad, era inútil luchar contra eso, porque era más fuerte que un maremoto y un terremoto juntos. Se separó y lo vio descender la cabeza y sonreír, un poco más convencido y seguro.

Regresó al lavatorio y quiso cerrar el grifo, pero la figura de su madre junto a la puerta le dejó tieso. ¿Todavía estaba en casa? Qué novedad.

—Jeff, cielo — dijo, luciendo emocionada y frunciendo el ceño al mirar todo su alrededor — ¿Lavando los platos? Tienes visita, así que deja eso.

¿Visita? La esponja se le cayó de las manos cuando la rubia con shorts rasgados y camiseta corta apareció con dos bolsas prendidas de sus manos, sonriendo.

Inocencia Pasional│JeffBarcodeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora