Inocencia Pasional│JeffBarcode

15. Maldita Migraña

† * † 

—Desayuna rápido y te largas a clases.

Jeff dejó de mirar a su padre y se quedó mirando su plato. Todo le resultaba tan asqueroso y vomitivo. Se había pasado toda la noche sin dormir y cuando al fin había empezado a cerrar los ojos, los gritos de su madre contra su puerta le habían despertado del todo.

Estúpida mierda.

Los recuerdos de la noche anterior impactaron contra su mente y solo atinó a pasarse la mano por su duchado cabello y cerrar los ojos.

Recordó cómo había subido las escaleras, se había lanzado en su cama y se había pasado la madrugada intentando saber por qué demonios después de tirarse a Barcode, en lugar de sentirse totalmente liberado y dispuesto a continuar con su mierda de vida, se sentía más jodido que antes.

Mucho más jodido que antes.

Y también se había gastado una hora pensando en el problema que a pesar de ser más grande, parecía no tener tanta importancia en su mente:

Se había follado a un hombre.

Se había follado a un hombre.

Y no a cualquier hombre; se había follado a su sirviente.

¿Y eso lo hacía un maricón o no?

Sintió un revuelco en el estómago y alejó el plato de su sitio.

—No tengo hambre.

—Bien, entonces, vete de una vez.

El hombre se llevó el tenedor a la boca y le hizo una seña hacia la puerta, como animándole a largarse. Jeff se mordió el labio para no responderle y se volvió hacia su madre, que estaba mirando hacia un lado en particular con el ceño arrugado de forma extraña.

—Barcode, si no te sientes bien, ve y descansa, hijo.

Se quedó quieto cuando escuchó eso y sintió que todos los músculos se le tensaban, ¿Desde cuándo estaba Barcode allí? Sus ojos se movieron hacia atrás, aunque no logró ver más que una sombra cerca de las escaleras.

—No se preocupe, señora, todo está bien, muchas gracias...

Se giró para mirarlo y lo encontró pasando una franela alrededor de algunos portarretratos y adornos de una mesa.

Tenía la apariencia de estar extremadamente cansado y sus brillantes ojos lucían más hinchados y rojos que nunca.

Incluso así, lucía tan provocativo.

Recordó cómo la noche pasada sus labios se habían devorado a los suyos y su aroma se había quedado impregnada en cada centímetro de su piel. Jeff se levantó de su asiento y salió de la casa bruscamente, montándose en su vehículo y llegando al estúpido instituto en menos de cinco minutos.

Cuando lo hizo, notó que todos los estudiantes corrían hacia un círculo en general, reuniéndose con cámaras fotográficas y celulares de último modelo. El griterío estaba a punto de asordarlo.

—Jeff, hasta que al fin te animas a venir.

Mile le dio una palmada en el hombro con su típica sonrisa de oreja a oreja, colgándose la mochila en un solo brazo, mientras miraba hacia el grupo con curiosidad.

—¿Qué carajos pasa?

—Bible está anunciado su relación a todo el mundo.

¿Qué demonios?

—¿Bible? — Jeff dejó caer la mandíbula y luego escupió al suelo — Qué putada, ¿No le bastó con decírnoslo, sino que ahora quiere hacerlo público?